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ALBERTO RENDUELES
Lunes, 18 de diciembre 2023, 00:17
Si en artículos anteriores nos habíamos referido a la disputa de un partido amistoso del Real Avilés en Chamartín, hoy debemos recordar aquel otro en el que los blanquiazules tuvieron el honor de enfrentarse al eterno rival de los blancos, el Fútbol Club Barcelona. Ambos ... partidos se llevaron a cabo en el año 1952, aquel en cuya temporada se estuvo a punto de ascender a Primera División, pero a diferencia del celebrado en la capital de España, en esta ocasión, ante los catalanes, se tuvo la fortuna de llevarse a cabo en el estadio de La Exposición (actual Suárez Puerta).
El evento tuvo lugar gracias a la suerte del calendario de la máxima categoría de aquella campaña. Al Barcelona le correspondió disputar las jornadas cuarta y quinta fuera de su casa y, por aquel entonces, los desplazamientos eran más dificultosos que los actuales y era preferible mantenerse varios días en la localidad próxima o la misma del segundo de los compromisos. En esta ocasión, el cuadro blaugrana había elegido Avilés para hospedarse, tras haber disputado el 5 de octubre su partido liguero en el feudo del Atlético de Madrid y con carácter previo al que le iba a corresponder en El Molinón, ante el Real Gijón, el día 12 del mismo mes.
La necesidad de entrenamientos y preparación llevó a los rectores barcelonistas a solicitar la disputa de un encuentro amistoso ante el Real Avilés, y este se prestó gustoso a la oferta. Corría el día 9 de octubre cuando el estadio de La Exposición albergaba tal evento, con carácter amistoso, y un graderío que registró una entrada excelente. No en vano, el rival lo merecía, aunque quedó el pesar de no haber podido contemplar las evoluciones de su gran estrella, el húngaro Ladislao Kubala, a causa de una lesión de este.
El evento se disputó en dos tandas de veinte minutos cada una, bajo la atenta mirada del técnico del cuadro catalán, Daucik, que hizo las veces de árbitro mientras daba instrucciones a sus pupilos sobre el centro del terreno de juego. Para la ocasión, el Barcelona formó con Ramallets; Seguer, Biosca, Segarra; Flotach, Bosch; Basora, César, Vila, Gracia y Manchón. Por su parte, el Real Avilés hizo lo propio con Munárriz; Mantido, Llana, Martín; Bermejo, Castejón; Quintín, Robledo, Mauro, Luis Sánchez y Moreno. De esta alineación hay que mencionar que Martín y Moreno pertenecían a la plantilla rival y defendieron los colores avilesinos para la ocasión. Lo mismo sucedería con el portero suplente Velasco, que se pondría en el segundo tiempo bajo los palos locales, sustituyendo a Munárriz. De esta forma, pudieron actuar todos los futbolistas que viajaron con la expedición azulgrana.
El encuentro, a pesar de verse recortado sobre el tiempo habitual, resultó muy intenso, ya que finalizó con empate a tres goles. El primer tiempo concluyó con dos goles a favor del equipo visitante, obra de Basora y César, dos reputados internacionales españoles. En la reanudación se produjo la reacción avilesina. Luis Sánchez hacía el primer tanto local antes de que Basora volviese a marcar el tercero del Barcelona. Acto seguido, Martín recortaba distancias, antes de que Bermejo, a pase de Quintín, cerrase el empate definitivo. Cabe decir que a esta cita no pudo acudir el entrenador avilesino a esa fecha, el exdefensa local, Ricardo García, por tener otro compromiso previo en Langreo.
Finalizado el encuentro, y con la nota negativa de la lesión del bigoleador Basora, los jugadores caminaron por las calles de la villa avilesina con un espectacular atuendo deportivo, que llamaba la atención de los vecinos, y más aún de los niños, que escoltaban a sus ídolos, en especial en el caso del portero Ramallets. Con esa peculiar comitiva llegaban hasta el Hotel La Serrana, punto de hospedaje y concentración del equipo.
Ese fin de semana, el Barcelona lograba empatar a cero goles en el campo de El Molinón, en el segundo partido que disputaba esa campaña en Asturias, ya que en la segunda jornada había caído ante el Real Oviedo por dos a uno. A pesar de esos resultados, el equipo catalán logró ser campeón de Primera División, con 42 puntos, dos más que el Valencia y tres de ventaja sobre el Real Madrid.
Por su parte, el Real Avilés completaría la mejor temporada de su historia, y tras finalizar en tercera posición del grupo primero de Segunda División, por detrás del campeón Osasuna y la España Industrial, disputaría la liguilla de ascenso a la máxima categoría, para la que tuvo opciones hasta la penúltima jornada. Concluiría en quinta posición y la suerte final de la Primera División recaería en los dos rivales gallegos, Deportivo de La Coruña y Celta de Vigo. Este último por renuncia precisamente de la España Industrial, que se había hecho acreedor del cambio de categoría.
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