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Mercedes Coello Fernández-Trujillo, ayer, en la plaza de España. MARIETA
«La peor parte del volcán de La Palma se la han llevado las personas mayores»

«La peor parte del volcán de La Palma se la han llevado las personas mayores»

La gerente de los servicios sanitarios de la isla señala que se han reforzado los sistemas de Salud Mental por los trastornos detectados

C. DEL RÍO

AVILÉS.

Jueves, 17 de febrero 2022, 16:32

Mercedes Coello Fernández-Trujillo, gerente de los servicios sanitarios de La Palma, ha pasado unos días de vacaciones en Asturias. Son sus primeras vacaciones desde que asumió el cargo en agosto de 2019. Siete meses después llegó el coronavirus y, sin haberse recuperado aún, entró en erupción el volcán de Cumbre Vieja durante 85 días. Todo un ejercicio de resistencia del que una gestora como ella no puede desconectar. Ayer, desde el hotel en el que se alojó en Avilés, despachó por videoconferencia con su equipo: acababa de saltar un brote de coronavirus intrahospitalario. «Hoy es un mal día. La semana pasada bajamos de nivel, del 4a l 3, y relajamos las visitas a los pacientes», explica con resignación.

La variante Omicron, como en el resto del país, ha sido implacable, con el agravante de que allí coincidió con el desplazamiento de cientos de vecinos y de voluntarios por el volcán. «Sabíamos que iba a pasar. Mucha gente vivía hacinada en casas de familiares. El hotel fue un punto caliente» y aunque se intentó hacer pruebas PCR a todo el mundo, sobre todo al personal de la Unidad Militar de Emergencia o a los bomberos desplazados a la zona que vivían juntos, «muchos no querían». Así fue que llegaron a tener 1.500 casos activos en una población de unas 85.000 personas, casi como Avilés. «El 2 de diciembre teníamos dos casos. Entre el 2 y el 15, con la llegada de los estudiantes y la Navidad, llegamos a registrar trescientos en un día», explica.

Fue casi inevitable dadas las circunstancias, a pesar de que el tamaño de la isla y la anticipación había permitido mantener a raya la pandemia. «Hicimos una gestión muy bonita. Debimos ser el primer hospital de España en sacar las pruebas PCR del centro. No sabíamos gran cosa, no teníamos material, pero sí teníamos claro que había que sacarlo fuera del hospital», resume.

«Tenemos déficit de médicos, y a raíz de la erupción del Cumbre Vieja se nos han ido algunos. El miedo es lícito», justifica

Se esquivó con éxito al principio y después se fue capeando como se pudo. En septiembre de 2020 entró en erupción el volcán. Dice Coello que desde el principio de la misma se han atendido trastornos del sueño y ansiedad, lo que ha obligado a reforzar la plantilla de Salud Mental de los centros sanitarios. «Hay que tener en cuenta que son más de 7.000 personas desplazadas y cuatro mil y pico se han quedado sin su casa y su modo de vivir. La lava se ha llevado la finca de una gente que, en su mayoría, vive de la agricultura. Ha sido demoledor», relata.

Reconoce que, en función de la edad, la tragedia se gestiona de una manera u otra. «Los niños lo llevan mejor, así como a quienes están en una franja de edad media. Lo peor es para las personas mayores, que tienen pocas posibilidades de recuperar la vida tal como la conocían».

Más psicólogos

Se trató de actuar rápido. «Primero se reforzó el sistema de salud mental a través del Colegio de Psicólogos de Tenerife, con ayuda en los lugares. Nos vino de la Península un psicólogo clínico que atendió solo temas relacionadas con el volcán. Ahora ya está prácticamente desmantelado, a cambio se ha dotado de más personal la unidad de Salud Mental de Los Llanos de Aridane, que tiene un centro de atención especializado con servicio de atención a domicilio, trabajadora social y enfermera. Se trabajó en red. A través de los planes de empleo, el Cabildo ha contratado a cuatro o cinco psicólogos porque seguimos teniendo gente desplazada», resume.

A esta situación se une la falta de médicos tanto de atención primaria como especialistas que se sufre en todo el país. «Tenemos déficit de médicos. Mucho. Y se nos van. A raíz del volcán, hemos notado que algunos profesionales se han querido ir. El miedo es lícito. Además, tenemos un 'baby boom' en el hospital, con muchas médicas jóvenes embarazadas. Estamos haciendo filigranas para conseguir internistas, urólogos o microbiólogos», describe.

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