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ALEJANDRO L. JAMBRINA
Jueves, 25 de junio 2020, 01:11
Las generaciones más jóvenes no habrán oído hablar de ese lugar pero cualquier avilesino con cierta edad recordará con cariño el cine Canciller, desaparecido en 1986 y reconvertido poco después en la actual parroquia de Cristo Rey de Versalles. Pues bien, el 6 de diciembre ... de 1982 el Canciller estrenaba la mítica película de 'E.T. el extraterrestre' y, sentado en una de sus butacas, hubo un niño de siete años que aquel día vivió una verdadera «revelación». Salió de aquella sala de cine sabiendo que de mayor sería un gran director de cine como Steven Spielberg.
Aquel pequeño soñador no era otro que Marc Vigil, y hoy su trayectoria como director, guionista y productor nos demuestra que el objetivo que se marcó aquel día va camino de cumplirse y que a sus 45 años ya es una de las figuras más importantes del sector audiovisual de nuestro país, tras haber dirigido series como 'Águila Roja', 'Gominolas', 'Aída', '7 Vidas' o la exitosa 'El ministerio del tiempo', de la que se acaba de estrenar su cuarta temporada.
Sin embargo, para entender como este avilesino ha logrado hacerse un hueco de honor en una industria tan difícil y competitiva hay que echar la vista atrás y entender como se fraguó su pasión por el cine.
Hijo de Manuel Vigil, quien fuese director del hospitalillo de Ensidesa de Llaranes, Marc vivió durante toda su infancia en los bloques de ingenieros de la calle González Abarca. Recuerda que entonces había una «minúscula» tienda cerca de su casa que alquilaba películas VHS y se intercambiaba con sus amigos clásicos del séptimo arte como 'Flash Gordon' o 'Alien'.
A pesar de vivir en Avilés, Marc Vigil construyó su grupo de amigos en Salinas, donde estudiaba en el colegio Estilo y posteriormente en el instituto. Allí empezó a frecuentar grupos de skaters y surfistas, un ambiente en el que creció sin ser demasiado ducho en los deportes, pero que le sirvió para conocer a muchas de las personas a las que hoy sigue considerando como sus mejores amigos. Aunque no importaba con quien se relacionase, porque para Marc Vigil el cine siempre fue el tema de conversación y siempre tuvo muy claro que ese era su objetivo.
Después de estudiar su último año de instituto en Estados Unidos regresó a Asturias, donde hizo un curso de diseño gráfico y la carrera de Historia del Arte, que compaginó con su primer taller de cine, en el que coincidió con Sergio Guardado y Tom Fernández, que hoy en día forman parte junto a él de una de las mejores generaciones de cineastas asturianos.
El salto a Madrid en busca de una oportunidad era obligado en aquel momento, y Marc Vigil lo dio a los 25 años con mucha confianza. Hoy, recuerda que metió todas su pertenencias en un coche y se fue sin pensárselo demasiado, con la ilusión y el apoyo de su familia como único salvoconducto.
El aterrizaje en la capital no fue fácil. Comenzó pasando las noches en el sofá de unos amigos, pero pronto le llegó la oportunidad de entrar a trabajar como ayudante en una productora «chiquitita» de anuncios publicitarios en la que empezó desde abajo y sin cobrar. Allí, haciendo de todo, aprendió mucho, pero fue una etapa corta. Marc Vigil sacó todo su descaro y le planteó a sus jefes que quería más responsabilidades para demostrarles de lo que era capaz. La otra opción era marcharse. Lo cierto es que se quedó, en poco tiempo se convirtió en intocable y comenzaba a dirigir sus primeras grabaciones. En menos de un año estaba rodando su primer cortometraje, 'Amor, dinero y salud, por este orden', basado en un cuento de Manuel Valdés, un tío suyo de Avilés con quien solía hablar de cine cuando era más joven en el antiguo restaurante La Parra.
Fue precisamente en esta etapa primeriza cuando otro asturiano se cruzaría en el camino de Marc Vigil para cambiar su vida para siempre. Luis San Narciso, actual director de casting de la productora Globomedia, fue quien se fijó en las dotes de Vigil, lo apadrinó y le dio el empujón que necesitaba. De su mano comenzaría a dirigir capítulos de series tan importantes como 'Aída' o '7 Vidas', en las que tuvo la oportunidad de trabajar con grandes nombres como Amparo Baró y actores emergentes en aquel momento como Paco León.
Sin embargo, las aspiraciones de Vigil siempre estuvieron enfocadas en ser director de cine y en 2014, tras haber dirigido algunos episodios de la serie 'Gominolas' y cerca de una veintena de 'Águila Roja,' estableció su residencia al otro lado del mundo, en México, en busca de nuevas oportunidades. Allí le llegó poco después la llamada de Javier Olivares, que le buscaba para un nuevo proyecto televisivo en el que le daban carta blanca para dirigir, y en el que además debía hacerse cargo de todo el proyecto como capitán del barco. Hoy nadie puede dudar de que 'El Ministerio del Tiempo' ha sido todo un éxito nacional e internacional, con el respaldo tanto de la crítica como del público.
El nombre de Marc Vigil ya no es solo conocido entre los grupos de skaters de Avilés y Salinas. Se codea con los mejores porque forma parte de ellos y ha sido capaz de atravesar las pantallas de medio mundo con sus proyectos, el último su primer largometraje como director: 'El silencio del pantano', algo que aquel niño de Avilés ya había soñado hace cuarenta años mientras pasaba una tarde de cine en las butacas del Canciller.
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