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C. DEL RÍO
Miércoles, 6 de febrero 2019, 02:19
Hace dos años lograron que los vecinos del piso superior abandonaran el edificio y a finales de 2018 volvieron a conseguirlo con los nuevos propietarios a pesar de que a estos la justicia les ha dado la razón y ha dictado sendas órdenes de alejamiento contra sus hostigadores. Recurridas por los condenados, ninguna ha entrado aún en vigor. Ayer, el historial de desencuentros y conductas delictivas de esta madre y su hijo (ella, funcionaria en la administración local y él, profesor de instituto) sumó un nuevo capítulo y hoy miércoles añadirá otro, que tampoco será el último.
M. I. M. I. y su hijo M. M. M. F. fueron condenados ayer por el Juzgado de Instrucción y Primera Instancia Número 4 al pago de una multa de 1.488 euros, a razón de seis euros al día durante ocho mes, por un delito de desobediencia al incumplir una orden de alejamiento dictada por el Juzgado Número 3 el viernes 25 de enero como medida cautelar. La pena fue conformada por la Fiscalía y su defensa, ayer a cargo del abogado Carlos Villar en funciones de guardia y en sustitución del letrado familiar, José Carlos Botas, que se encontraba en Madrid. La acusada, que había dormido el lunes en los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional, prefirió reconocer los hechos (que había ignorado la orden de alejamiento y había accedido al edificio) y no arriesgarse a la apertura de unas diligencias que podrían desembocar en un procedimiento abreviado y posterior juicio penal.
El Juzgado Número 3 decretó el 25 de enero una orden de alejamiento como medida cautelar después de que los vecinos denunciaran dos días antes que esta mujer y su hijo los amedrentaron por la calle, mediante grabaciones con el móvil tanto a él como a su esposa e hijo menor, además de acercarse en tono amenazante en varias ocasiones.
Costó notificarles el auto, pero un vecino de la zona dio la voz de alerta cuando se los tropezó casualmente en un supermercado y la Policía Nacional acudió hasta allí para hacerles llegar la citada notificación.
Según varios vecinos del inmueble, madre e hijo continúan viviendo en el piso, «atrincherados», y con las persianas bajadas, pero solo cuando salen y los ven en las proximidades es cuando pueden alertar a la Policía Nacional. Eso ocurrió el pasado lunes, cuando fueron vistos tanto a mediodía como por la noche. En ambas ocasiones acudieron los agentes, pero fue en la visita nocturna cuando pudieron darle el alto a ella cuando salía del garaje con su vehículo que, por cierto, circulaba sin seguro. Fue detenida y durmió en el calabozo. Ayer quedó en libertad tras el juicio rápido y hoy tendrá que volver al juzgado junto a su hijo para responder por un presunto delito de amenazas, por el que se enfrentan a una petición de multa y una nueva orden de alejamiento. Desde 2008, a esta pareja le constan 51 denuncias esta pareja, bien como denunciantes bien como denunciados.
Los antiguos propietarios del quinto piso no son los únicos a los que han logrado ahuyentar del edificio. Otra familia lo dejó temporalmente en marzo después de que su cerradura apareciera inutilizada repetidamente con pegamento. Los denunciaron, pero fueron absueltos. Las víctimas optaron por marcharse.
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