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CRISTINA DEL RÍO
AVILÉS.
Domingo, 6 de octubre 2019
Hace dos meses y medio su vida dio un vuelco. José Luis Vigil regresaba de Oviedo con su mujer en coche por la autovía del Cantábrico cuando, a la altura de El Montico, un kamikaze les truncó el camino. Su vehículo fue uno de ... los dos contra los que impactó brutalmente, y del que milagrosamente sus ocupantes salieron con vida. El empresario, fundador de la empresa corverana Joluvi e integrante del grupo musical Los Linces en su tiempo de ocio, trata de volver a la normalidad, aunque ya nada volverá a ser como antes. Sin dramatismos, sabe que esta experiencia es de las que te reorganiza las prioridades. Y tiene muy claras cuáles son las suyas.
-¿Cómo se encuentran usted y su mujer?
-Mi mujer tiene molestias por las costillas rotas y una mano bastante inflamada. Le siguen haciendo pruebas, de hecho tienen que volver a hacerle una resonancia y placas para ver el alcance. Y yo, que el lunes tuve revisión, todavía no puedo apoyar el pie en el suelo y tengo que desplazarme en silla de ruedas. El próximo día 15 me toca de nuevo revisión. En la mano tengo una rotura rara del radio, que debería estar consolidada a estar alturas y no lo está. Y tengo un tendón afectado en el pulgar de la mano derecha que me limita el rango de movimiento.
-Parece poca cosa viendo el accidente que sufrieron, en una autovía, frontal y contra un kamikaze.
-Desde luego, dentro de la mala suerte, tuvimos muy buena suerte. Podemos dar gracias de estar aquí los dos. El impacto fue tremendo. Podríamos haber fallecido los dos en el accidente.
-¿Piensan mucho en ello mientras avanza en la recuperación de las heridas?
-Tanto Charo como yo preferimos no pensar en aquel momento. Sucedió todo muy rápido. Inmediatamente después del impacto que fue apenas un segundo, nos recordamos preguntándonos el uno al otro cómo estábamos. Supongo que las emergencias llegaron rápido, pero a mí se me hizo eterno el excarcelamiento porque mis pies quedaron aprisionados por la chapa del coche. Pasó y pasó. No queremos ver ni fotografías. Cuanto menos sepamos de aquello, mejor. Ahora solo pensamos en mejorar.
-Y parece que lentamente van en la buena dirección en ese proceso de recuperación.
-Al romper el extensor del pulgar me preocupa no poder volver a tocar la guitarra o los teclados. Pero también piensas que hay cosas prioritarias que pasan a un segundo término. Lo que era imprescindible, ahora es prescindible. Y la calidad de vida es aceptable. Cuando empiece a pisar y a hacer la rehabilitación, veremos cómo reaccionan mis extremidades.
-De ánimo se le ve muy bien. ¿Cuentan con ayuda psicológica para superar las consecuencias del accidente?
-No. Nos la ofrecieron, pero la verdad es que entre nosotros y gracias a la familia y los amigos nos animamos y nos encontramos bastante bien. Al fin y al cabo, estamos mejor de lo que se supone que podríamos haber estado.
-¿Le ha llegado el calor de la gente después de un accidente tan grave, incluso de quienes no le conocen personalmente?
-Estamos, incluso, sorprendidos. Tuvo tanta difusión por lo impactante que fue, que por la calle nos para la gente para preguntarnos, no solo los amigos y conocidos. Estamos muy agradecidos porque notamos la preocupación y el interés.
-Acostumbrado a una gran actividad, ¿cómo lleva esta vida de reposo y tranquilidad?
-Es muy casera, aunque la silla de ruedas me permite bastante movilidad. Ocupo las horas en leer bastante, consultar internet y sigo escuchando mucha música. Tengo la suerte de que con la familia salimos bastante y los amigos me vienen a buscar para reunirnos. Tenemos desde hace mucho tiempo una cena-tertulia los miércoles. Al principio no iba, pero me convencieron. Siempre hay algún voluntario que pasa a recogerme y también soy el que primero se retira.
-Se llegó a comentar que la robustez de su vehículo influyó en el desenlace. ¿Pero a doscientos kilómetros por hora lo cree usted así?
-Todo influye. El coche resistió bien el impacto. Tuvo lugar en una recta y el kamikaze venía enfrente y con trayectoria descendente. Viendo la velocidad media que alcanzó en la distancia recorrida, yo calculo que debía venir a toda velocidad, a doscientos y algo. El impacto fue muy grande. El coche se comportó muy bien. No voy a decir que nos salvó, pero el habitáculo, salvo los pedales, quedó intacto. Y ninguno sufrió de cervicales ni mareos, que suele ser una lesión habitual en los accidente de tráfico.
-¿Piensa alguna vez en el kamikaze, en los motivos que lo impulsaron?
-No tengo ningún sentimiento concreto. Pensamos qué se le pudo haber pasado por la cabeza para haber hecho algo así. No creo que fuera algo premeditado. No lo sé, sabe Dios...
-¿Qué echa más de menos, la empresa Joluvi o el grupo musical Los Linces?
-El trabajo es importante, pero mi hija y yerno, así como todos los empleados muy bien, están echando el resto. Echo mucho de menos Los Linces y el Ochote.
-¿Volverá a coger el coche?
-No lo sé. Tendré que verme entonces. Ojalá pueda ser pronto, aunque no lo veo cercano.
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