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C. R.
AVILÉS.
Sábado, 11 de noviembre 2017, 00:35
La sexóloga Ana Fernández advirtió ayer que «la identidad no se elige y no depende de los genitales». «Aunque puede sonar extraño hay niños con vulva y niñas con pene, pero la sociedad se hace un lío porque manejamos conceptos que inducen a error», explicó en la inauguración de la primera Escuela Diversex, celebrada en el Palacio de Valdecarzana. La mesa contó con la participación de los también sexólogos Iván Rotella y Aitzole Aranata, activista que ha contado que le asignaron un sexo al nacer que no se correspondía con su identidad y que siempre se ha sentido «como un salmón, nadando a contracorriente».
El terreno lo habían abonado previamente Rotella y Fernández, que recalcó que la transexualidad no tiene nada que ver con el cambio de sexo y apuntó que el error procedía de los años de la Transición y la película 'Cambio de sexo'. «Eso quedó en el imaginario colectivo, pero aquí nadie cambia de sexo. La transexualidad es el proceso que comienza la persona que quiere una resignación de su identidad porque la que le adjudicaron de bebé no se corresponde con lo que ve el resto de la gente». De ahí, que ahora la palabra 'transexualidad' se esté sustituyendo por 'reasignación' y que ella descarte el concepto de 'género neutro' para referirse a menores. «No es lo que dice un niño o una niña de tres o cuatro años, sino una reflexión de adultos», señaló.
Esta equivocación condiciona la vida del 'etiquetado', del que se esperan ciertos comportamientos, actitudes o atributos en función de si es niño o niña. Así, Ana Fernández rechazó el empleo de atributos típicamente femeninos o masculinos para catalogar a otro. «Es mentira que uno nace en un cuerpo equivocado. El equivocado es la persona que viendo ese cuerpo le dijo lo que no era» y justificó a las familias que, en la mayoría de los casos, no han recibido formación para asumir ese cambio.
Recordó que hay casos documentados en España de casos de niños de tres y cuatro años que se reivindican como del sexo opuesto porque así lo sienten y una sociedad que agrupa a las familias (Chrysallys).
Señaló que los «menores trans necesitan su visibilización como lo que son» y advirtió que los centros educativos no tienen protocolos adecuados. «Les pilla el toro, siempre van por delante los chicos y chicas» y no es asunto baladí por «cuestiones de logística del centro que hay que pensar muy bien», tales como baños o habitaciones en los viajes de estudios.
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