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La francesa Dominique Vernay ayer, durante la presentación de su novela 'Villamansar'. DIANA BAIZÁN
«Hoy, en la sociedad de los cómo y los por qué, necesitamos inventarnos otras cosas»

«Hoy, en la sociedad de los cómo y los por qué, necesitamos inventarnos otras cosas»

Los personajes de 'Villamansar', la última novela de la francesa Dominique Vernay cobraron vida en el Aula de Cultura de LA VOZ

Amanda Granda

Avilés

Jueves, 22 de junio 2023, 02:17

Villamansar es un lugar inhóspito, o quizá no tanto. Un lugar indeterminado y, sin embargo, perfectamente reconocible. Con 50.000 palabras, la francesa Dominique Vernay ha dado cobijo a las vidas de catorce personajes que viven a caballo entre la comicidad y el desatino y que han nacido, ni más ni menos, que del bello y dificultoso arte de la observación. «Mi trabajo es pintar lo que veo, no lo que sé», reza una de las citas que pronunció en su día el autor William Turner y que también recoge la clave vital y artística de la escritora: «Me deshago de las cosas que habitualmente creemos saber, porque cada vez estoy más segura de lo poco que sé y de lo mucho que observo».

Ayer, el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS llenó la sala del Centro de Servicios Universitarios de lectores deseosos por conocer el enigma que esconden las casas de Villamansar, su última novela, y en la que reina una mansedumbre que no esconde el sostenerse por un hilo de tensión.

«Quería que mi voz fuese sosegada, tal como se siente la vida: paulatina, sin estridencias». En Villamansar, está «prohibido recordar» y sus habitantes «hablan cuando tienen que hablar», sencillamente porque «antes quizá no habían tenido las palabras para hacerlo» o bien, como para todos es habitual de cuando en cuando «porque no siempre uno quiere la respuesta aunque se pregunte el por qué».

«Los habitantes de Villamansar hablan cuando tienen que hablar. No siempre uno quiere la respuesta a un por qué» «Para escribir me deshago de las cosas que creemos saber, cada vez estoy más segura de lo poco que sé y de lo mucho que observo»

Las casas de Villamansar tienen vida propia. Son espacios que dicen mucho de quienes los habitan, personajes que crecieron a partir de la mirada de Violeta, la muchacha que Dominique conoció en la época en que escribía microrrelatos y que permanecería dando vueltas por su mente hasta «pedir un espacio más amplio». No obstante, no es ella la protagonista. «Todos los personajes tienen la misma importancia» y es inevitable empatizar con algunos como Bernarda, que «utiliza las palabras como cuchillos», o con la tierna Puri, que, sin embargo, «sabía callarse cuando las palabras eran insuficientes o innecesarias». Tampoco resulta fácil cerrar las páginas de 'Villamansar' y desprenderse de Ramón, el ebrio eterno que a menudo se sienta a conversar con su madre, frente a su lápida. En la obra de Dominique, cabe la «huida de lo tópico», cabe la sutileza del humor, caben los malos tratos, la cotidianidad pero también el «realismo mágico», porque «hoy, en la sociedad de los cómo y los por qué, necesitamos inventarnos otras cosas».

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