

Secciones
Servicios
Destacamos
BORJA PINO
AVILÉS.
Viernes, 9 de abril 2021, 01:29
En un mundo en constante progreso, en el que el avance desenfrenado y la urgencia de lo inmediato parecen devorar, en ocasiones, la misma existencia humana, a veces conviene hacer un alto en el camino y rescatar usos y costumbres de un pasado más calmado, sí, pero también rico en matices. Es una filosofía que conoce bien el fotógrafo José Ferrero Villares. Para este 'amateur' que, sin embargo, ha expuesto sus trabajos en algunas de las muestras más prestigiosas del globo, el blanco y negro, logrado mediante el antiguo arte de la fotografía analógica, es una seña de identidad vital. Y de ella hizo una férrea defensa ayer, en la primera sesión de abril del Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS.
Pregunta tras pregunta, por espacio de cincuenta minutos, Mercedes de Soignie, coordinadora del Aula, desgranó los detalles de una existencia, la de Ferrero, consagrada a la que es su pasión. «Creo que lo mejor para que algo funcione es la sencillez, y, a veces, es lo más difícil de conseguir», resaltó. Es por ello por lo que se confesó poco amigo del retoque fotográfico, tan habitual actualmente. «Ese es el reto. Tomar todas las decisiones cuando haces el disparo».
Para este leonés de 62 años, que se afincó en Avilés en 1963, la apuesta por lo sobrio, por los encuadres sutiles y por las interpretaciones abiertas, es el único secreto de la calidad de una imagen. «Una foto que des totalmente acabada es muy pobre. Quiero que el espectador, cuando ve una imagen, penetre en ella y sea capaz, desde dentro, de darle su propia lectura».
Es justo por eso por lo que reconoce una cierta ausencia de cultura fotográfica en la sociedad española actual. Tal como le expuso a De Soignie, «falta capacidad de ver, de valorar y de disfrutar de ello. Y existe poco hábito de colgar fotos de las paredes de nuestra casa para algo más que para llenar huecos».
Su planteamiento no dejó de resultar sorprendente a la vista de un mundo en el que, gracias a los soportes digitales y a las redes sociales, la fotografía está viviendo una auténtica explosión.
«Está bien que la gente haga fotografías. ¿Por qué no?», concedió. Aun así, Ferrero subrayó, como elemento diferenciador entre la gran mayoría de la población y los fotógrafos apasionados, como él, «la apuesta por la calidad, por querer contar algo... Eso requiere tiempo y esfuerzo, y no todo el mundo se lo concede». Y precisamente ahí radica otra de las piezas clave del éxito de un amante de la fotografía: en el valor que el propio autor sea capaz de imprimir. «Al final, el mayor valor se lo das tú. Tener un equipo mejor o peor solo aporta mejoras técnicas».
Por todo ello, Ferrero no dejó pasar la ocasión de sostener una defensa enconada de la necesidad de extender la enseñanza de la fotografía a los planes docentes. «Hay que saber leer imágenes para distinguir los mensajes que te llegan. En política, en publicidad... En comunicación en general», apostilló. Una tarea en absoluto sencilla, dadas las peculiaridades de la fotografía, porque «no hay diccionario para las imágenes. Hay que aprender con ayuda de entendidos, yendo a exposiciones, trabajando mucho... Y consumiendo muchas fotos».
De ese compromiso sabe en detalle Ferrero, ligado al arte de la captación de imágenes desde los años 80. Ahora, tras haber expuesto hasta febrero en la muestra 'Blanc & Noir', en el Grand Palais de París, comisiona sendas exhibiciones de trabajos del prestigioso fotógrafo húngaro Nicolás Muller. Una de ellas, en el Museo de Bellas Artes de Asturias, podrá verse este verano, tutelada por él mismo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las olimpiadas de la FP cántabra
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.