Desde el pasado lunes el parque de Ferrera permanece cerrado, obligando a los dueños de perros a buscar otros espacios donde pasear. OMAR ANTUÑA

«El Ferrera nos daba la vida, cerrarlo es una medida drástica y poco acertada»

La decisión por parte del Ayuntamiento de cerrar el parque ha molestado de forma particular a los vecinos, que ahora deben buscan alternativas

A. L. JAMBRINA

AVILÉS.

Jueves, 2 de abril 2020, 02:12

La limitación del paseo a solo doscientos metros no gusta a nadie, pero lo que más le ha dolido a la mayoría de dueños de perros ha sido el cierre temporal del parque Ferrera, una medida que ha sentado como un jarro de agua ... fría, pues el parque es uno de los espacios que más vecinos eligen durante todo el año para pasear a sus mascotas.

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Una de las muchas afectadas es Cristina Casielles, que suele recorrer el parque junto a Leila, una bóxer de siete años. «Vivo en la calle Julia de la Riva y lo que estaba haciendo hasta ahora era llevarla al parque de Ferrera porque mi padre, de 89 años, minusválido y viudo, vive en Palacio Valdés y mi rutina era subir por Galiana, cruzar el parque, salir por Rivero e ir a su casa a tenderle para después volver a mi casa siguiendo la misma ruta». Para Casielles, esta era sin duda una opción «sensata y necesaria» que ha tenido que cancelar tras varias llamadas de atención por parte de la Policía.

«Yo quiero hacer las cosas bien y cumplir lo que me mandan, pero la nueva normativa me obliga a que ahora, en vez de una, tengo que salir dos veces de casa en pleno confinamiento, una a sacar al perro y otra a atender a mi padre», explica esta vecina. Además, en su opinión ha sido peor el remedio que la enfermedad porque ahora se ve obligada a utilizar el parque de Cabruñana, «mucho más pequeño que el Ferrera y en el que se juntan todos los vecinos de Cabruñana, Julia de la Riva, El Parche y alrededores. Eso hace que los perros, que ni pueden correr ni jugar, se dediquen a ladrarse unos a otros y tengo que marcharme a dar vueltas y lo que antes hacía en quince o vente minutos ahora me lleva tres cuartos de hora», explica.

Algo similar le ocurre a Bibiana Fernández y a su perro Leo. Viven en Cervantes y al encontrarse con el parque Ferrera cerrado no les queda otra opción que recorrerse la calle Rivero «con miedo de alejarnos demasiado de casa y que me multen», confiesa esta vecina temerosa, que duda si puede aprovechar el paseo con su caniche para hacer algunas compras.

Sin servicio de limpieza

El Ayuntamiento también se ha referido al cierre del parque de Ferrera en un comunicado aclaratorio que ha publicado en sus redes sociales. En él, condicionan la medida «a que los trabajos de limpieza y jardinería en zonas verdes no tienen la consideración de esenciales -según la última regulación del Gobierno central- y no vamos a poder llevarlos a cabo».

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En este sentido, puntualizan que «no se van a poder limpiar, entre otras cosas, los excrementos que muchos propietarios continúan sin recoger. Si todas las personas fueran respetuosas con las normas, no tendríamos que tomar estas medidas». A los dueños no les convence la excusa. «Es cierto que falta civismo, pero vamos a pagar justos por pecadores y el parque nos daba la vida, es una medida muy poco acertada», lamenta Cristina Casielles.

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