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CRISTINADEL RÍO
OVIEDO.
Jueves, 11 de julio 2019, 02:39
Enrique Rúa Alonso de Corrales, profesor de Contabilidad en la Universidad San Pablo CEU de Madrid y miembro del Consejo Asesor de la Asociación Española de Fundaciones, afirmó ayer que la Fundación Centro Niemeyer adoleció de una «estructura administrativa» que habría evitado unos ... errores contables y de auditoría «incomprensibles», pero que no fueron un intento de falsear las cuentas porque todas las facturas que obran en su poder «son reales y los gastos se produjeron».
El experto propuesto por la defensa del acusado Natalio Gruesoen calidad de perito en el juicio por el 'caso Niemeyer' que se sigue en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial fue ayer el único testimonio escuchado en la sesión. Y ni siquiera pudo concluir. Hoy continuará su interrogatorio.
A lo largo de sus más de tres horas y media de declaración remarcó que este «caos administrativo» se debió a una contabilidad mal realizada y a unas auditorías que no detectaron los errores. Sin embargo, no entró a analizar la «adecuación de los gastos», es decir, si determinados viajes eran necesarios para el fin.
Explicó que una fundación es una entidad no lucrativa cuyo objetivo, a diferencia de las mercantiles, es el gasto y no el ingreso. En este sentido, es «responsabilidad del propio patronato» advertir o tomar las medidas oportunas cuando se ve que no se «ingresa lo suficiente para cubrir los gastos», aunque es el Protectorado de Fundaciones el que debe «velar por estas entidades que no tienen dueño», después de haber dibujado un panorama de absoluto descontrol y falta de profesionalidad en la elaboración de la contabilidad.
Aseguró que las cuentas no solo «no estaban correctamente formuladas», sino que además «faltaba mucha información» y el auditor «no lo puso de manifiesto». Esto provocó «errores contables, pero no un perjuicio» en las cuentas de la Fundación y fue una constante en 2007, 2008 y 2009 hasta que en 2010 se «empezó a subsanar». En este año aparecieron varios elementos nuevos, el primero de ellos que el proveedor principal (Viajes El Corte Inglés) determinó otra forma de funcionar. «La Fundación tiene ahora que anticipar el pago para no aumentar la deuda», señaló. En este año, la auditoría ya la realizaba KPMG, que tampoco vio que «esas facturas de anticipo aparecen registradas como gasto negativo». Porque esa fue otra de las constantes que Rúa Alonso de Corrales detectó en la contabilidad de la Fundación Niemeyer: incorrecciones técnicas o, dicho de otra manera, el mal registro de los apuntes contables dada la singularidad que rige las fundaciones. De ahí que aparezcan conceptos que no responden a la realidad, como 'excedentes positivos' que no son tales y acaban desapareciendo.
Otra novedad en 2010 fue la aparición de los problemas de liquidez, «algo normal en las fundaciones porque el proceso de cobro de ayudas públicas es lento». «Entiendo que eso provoca tensiones de tesorería que quizás llevan a que la Fundación retrase el envío de ciertas facturas para atrasar el pago», algo que en su opinión «no es lo más adecuado». Igualmente, el principal proveedor también retrasa el envío de las facturas, «tal vez por ese problema de liquidez».
La última de las novedades observadas en este periodo es lo que el perito del juzgado define en su informe como «deslizamientos de gastos» y que no es más que «cambiar gastos de un periodo a otro». Puede parecer lo mismo, pero la connotación es diferente porque, tal como explicó Rúa Alonso de Corrales, la idea no es ocultar gastos». Los gastos son reales, solo «se tratan de diferir por las tensiones de liquidez».
En este año se produce también un «hecho importante», los reconocimientos de deuda que, como muchos otros conceptos, se apuntan mal (como activo y no como pasivo) y «no cuadra con la contabilidad». «La deuda (con Viajes El Corte Inglés) posiblemente era real, lo que estaba mal era la contabilidad. No había idea de falsear nada», aclaró.
En 2011 la situación se comenzó a regularizar. «Se han reconocido facturas y deudas y, sin embargo, se empieza a apreciar un desfase patrimonial porque se solicita a la Fundación la devolución de unas cuantías importantes de subvenciones». El perjuicio a las cuentas fue evidente porque las ayudas públicas era la única vía de ingreso hasta ese momento, aunque la idea a futuro fuera la autofinanciación. En este año, por primera vez, la propia actividad de la Fundación «comienza a generar ingresos». «Me llamó la atención por su importe, más de 700.000 euros en poco espacio de tiempo», lo que le llevó a valorar que si no se hubieran retirado las subvenciones «su patrimonio podría haberse restablecido».
El Fiscal trató de poner en entredicho su informe, aunque el currículum del firmante no dejaba lugar a dudas acerca de su conocimiento del funcionamiento de las fundaciones y su contabilidad. Para muchas de las preguntas que le formularon tanto él como alguna de las defensas no tuvo respuesta porque, como subrayó en varias ocasiones, «yo analizo las cuentas, no la adecuación» y apostilló que él había conocido al acusado Natalio Grueso ayer mismo por la mañana.
El perito pudo constatar que en muchos de los billetes de avión no constaba el nombre del viajero, sin que fuera competencia suya juzgar el hecho, así como el uso de la figura del voluntario en la Fundación. «Desconozco por qué se hizo. Es una mecánica. No es función del contable (analizarlo)», insistió.
De la misma manera, afirmó no recordar por qué a Judit Pereiro, exmujer de Grueso y también acusada, se le habían pagado algo más de cuatro mil euros en diciembre de 2012. Fue el abogado de la mujer quien aclaró después que ese ingreso se había hecho en una cuenta conjunta que mantenía con su entonces marido y que el importe se correspondía con el salario del director del Centro Niemeyer.
El abogado de la Fundación, Alejandro Riera, que ejerce la acusación particular, quiso saber si había tenido acceso a las seis facturas por valor de 240.000 euros que fueron la base de la denuncia presentada por su cliente, que no formaban parte de la contabilidad de Viajes El Corte Inglés, pero sí de la Fundación. «Yo he revisado la contabilidad de la Fundación, no de El Corte Inglés», aclaró una vez más.
Por último y a preguntas del abogado y exsecretario de la Fundación, José Luis Rebollo, también acusado, indicó que los «patronos de las fundaciones que yo conozco tienen miedo a los números». «No puedo evaluar si ellos deberían haberlo visto, pero sí llama la atención los excedentes de 2007, 2008 y las pérdidas del 2009», le concedió.
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