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C. DEL RÍO
Domingo, 4 de febrero 2024, 00:26
Su álbum familiar es una fiesta porque así concibe 'Memé' su vida. Una fiesta en la que hay que trabajar y en la que, afortunadamente, ella ha sido bendecida con unas aptitudes comerciales que quizás aprendió de cría en el seno familiar, cuando su madre ... creaba unos centros de flores espectaculares con telas, piñas, hojas de mazorca y plumas de faisanes que vendía a las floristerías y que también su marido se encargaba de promocionar en su taller mecánico de El Pozón.
De ahí quizás le venga también a Mercedes Famos López (Salinas, 1961) esa vena creativa con la que desarrolla estilismos con una facilidad asombrosa y una personalidad arrolladora que siempre le ha permitido desenvolverse con fluidez, sin importarle ir tres pasos por delante en una pequeña ciudad como Avilés.
Tenía intención de estudiar Historia del Arte, pero su embarazo a los 19 años lo cambió todo. Dejó los estudios y, tras dar a luz, se resistió a dedicarse exclusivamente a la crianza. Eso facilitó que, a los 28 años, cuando decidió independizarse, cogiera junto a una amiga el bar Dulcinea, un oasis en la plaza de Carlos Lobo.
Fueron solo dos años, pero esos ingresos le permitieron poner en marcha junto a dos socios, Rodrigo y Teresa Tessier, el primero de los negocios de moda que tuvo. Fue Fashion, en la calle de Rivero, un tienda divertida y rompedora, con confección propia y prendas traídas directamente desde Londres. Aquello dio para lo que dio y cuando tocó echar el cierre, Memé y Rodrigo, adelantados a su tiempo, abrieron una tienda de ropa en un primer piso en Las Meanas. La filosofía era muy similar con clientes muy modernos, de tribus ya desaparecidas, y mucha confección propia.
Su socio dejó el negocio y ella montó La Camisería, con su entonces novio, el restaurador Carlos del Arco. Filosofía similar y propuestas arriesgadas que ella se llevaba los fines de semana a Oviedo e iba vendiendo a sus amigos hosteleros puerta a puerta. Tenía buena entrada porque había gestionado junto a su amigo Richy la segunda planta de la discoteca La Real en Oviedo y gracias a esas ventas el negocio se mantuvo hasta que decidió irse con su pareja a Madrid, la ciudad natal de él.
Allí, 'Memé' hizo de todo: trabajó en el restaurante de su familia política, en la tienda de moda de su suegra, abrió su propia tienda y, gracias a una clienta del restaurante, entró como ayudante de sastrería para publicidad. A pesar de que siempre había sido autónoma, 'Memé' supo adaptarse y con su talento y capacidad para diseñar estilismos pudo hacerse un nombre y configurar un equipo propio con el que también trabajó en producciones teatrales. Fueron años estupendos, de mercadillos para adquirir prendas para los trabajos, de viajes, de premios, de venta, también, porque entre proyecto y proyecto abría su tienda para vender aquellas joyas vintage que iba encontrando.
Pero llegó 2021 y entre la esperanza por la inauguración del Centro Niemeyer y los precios desbocados de Madrid, abrieron Mano de Santo, una tienda de antigüedades y restauración que es ellos. Es arte, es locura, es mimo, es belleza y esperan que también sea futuro.
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