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La noticia del fallecimiento de Carlos Rodríguez de la Torre sacudió ayer por la mañana a toda la región. El propio presidente del Principado, Adrián Barbón, se confesó «en shock» antes de iniciarse el acto de firma del plan concertado con los ayuntamientos. Su pérdida se sintió especialmente en Avilés y en Oviedo, donde había desarrollado su actividad profesional y donde deja una profunda huella.
«Carlos se caracterizaba por su discreción y su personalidad afable. Siempre ejerció sus funciones de manera competitiva y profesional, comprometido con su responsabilidad y mostrando la máxima lealtad», destacó el presidente de la Cámara avilesina, Daniel González, mientras que su homologo en Oviedo, Carlos Paniceres, muy afectado, reconoció no solo su labor en la entidad, sino el hecho de que era «una buena persona, un buen amigo, un hombre conciliador y con un buen talante».
Su carácter «conciliador» y su capacidad de trabajo fue resaltado ayer también por el expresidente de la Cámara avilesina, Luis Noguera, y por el presidente de la entidad gijonesa, Félix Baragaño, que le calificó de «un referente» para las entidades camerales.
Más allá de las Cámaras, ayer se acercaron hasta el tanatorio para darle su último adiós y expresar sus condolencias a la familia también muchos miembros del Partido Popular, desde históricos como Isidro Martínez Rozada a compañeros de filas en su etapa como concejal avilesino, como Ana Bretón, todos ellos impactados por su repentina muerte. Reyes Fernández Hurlé, que también coincidió con él en el Ayuntamiento, se confesó ayer «muy apenada» por su pérdida.
La alcaldesa de Avilés, la socialista Mariví Monteserín, alabó su capacidad de diálogo y su disposición a confrontar ideas, mientras que el regidor ovetense, Alfredo Canteli, le recordó como «una persona entrañable, muy cercana y buena en todos los sentidos».
Por su parte, Ignacio del Río, presidente de la asociación comercio Oviedo, añadió que «era muy buena persona, buen profesional, siempre intentando mediar y llegar a acuerdos», mientras Magdalena Huerta, secretaria general de la Federación Asturiana de Comercio, recordó su «su valía como técnico, pero aun más su talante negociador y la empatía que mostraba con los diferentes representantes y sus necesidades».
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