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Carolina Sarmiento, periodista, escritora y técnica audiovisual. CAROLINA SANTOS
«Como me encantaban los deportes, me preguntaban por qué quería ser un niño»

«Como me encantaban los deportes, me preguntaban por qué quería ser un niño»

El año pasado publicó 'Tarada', considerada por algunos críticos como una de las mejores novelas de la temporada

DOLFO CAMILO

Martes, 8 de febrero 2022, 01:05

Carolina Sarmiento González, hija de Isabel y de José Antonio, hermana de Guillermo, escritora, redactora de TPA y técnica audiovisual, publicó en 2021 'Tarada' (Ed. Pez de Plata), para los críticos «una de las diez mejores obras narrativas de la temporada». Anteriormente, presentó un cuentiario de culto, 'Animales Urticantes' y el poemario 'Ikiru'. En 2021 se publicaron más de 10.000 obras de narrativa en España... Que la obra de Carolina Sarmiento sea para los críticos una de las diez mejores suena a trébol de cuatro hojas, a bonoloto literario... A real reconocimiento. Por cierto, en ese 'top ten' figuran siete hombres y tres mujeres... El mundo sigue siendo un sitio raro.

Carolina compensa su timidez con una escritura decidida, valiente... A veces, temeraria. ¿Es ella la protagonista de 'Tarada'? «Por momentinos», sonríe. El humor es parte consustancial en su vida y en su obra. Carolina recuerda una buena infancia, de hecho, una infancia «genial». «Mi padre llegó de Ayamonte a trabajar y a vivir a Llaranes... Mi madre era de Villalegre. Mi hermano nació en Santander y yo en Uviéu, aunque siempre viví en Xixón. Tuve la suerte de criarme en una urbanización con un montón de niños y niñas. El patio cerrado, sin peligro de coches ni extraños, libertad total. Mis padres me dieron amor y confianza y mi hermano mayor, mucho juego. Fue como crecer en un pueblo», recuerda.

Carolina fue construyendo su propia biblioteca: una heterodoxa antología que flirteaba con los más sensibles e inteligentes absurdos. «De pequeña leía una enciclopedia de Snoopy y un libro sobre la vida en Japón. ¡Dicho ahora suena extraño! En Avilés acompañaba a mi abuelo a la biblioteca del parque de Ferrera y leía cómics de 'Lucky Luke', 'Zipi y Zape' y '13, Rúe del Percebe' o leía a Gloria Fuertes, las Tres Trillizas... En casa teníamos clásicos de fábulas, que todavía guardo», señala. Con ese bagaje una persona necesariamente se sale del común, consecuentemente y ya de adolescente, Carolina ya intuye qué quiere ser de mayor: «Con catorce años les dije a dos japonesas 'I want to be a writer'. Diciendo que quería ser escritora en otro idioma, ¡confesé mi deseo!»

Carolina no tuvo gurús, ni genéricos ni de género... O sí. «¿Sabes? Admiraba a la quiosquera de mi barrio, Viesques. Puri bajaba a Gijón en bicicleta. Eso ya la diferenciaba. ¡En el quiosco leía unos librazos! Si le preguntabas, hablaba sobre ellos. Compraba las chuches y me quedaba un rato hablando con ella. Aprendí mucho en aquel quiosco», asegura. Confiesa que aún hoy, cuando la encuentra sigue charlando con ella. «Aún transmite una libertad y una autonomía auténticas. Una vez la encontré yendo con Kike, el mio mozu, y resulta que, durante años, había trabajado en su casa».

Carolina, colegio, instituto y... Comunicación Audiovisual. E inglés, francés y portugués... Para ampliar una asturianu y un castellano, que son partes inherentes a su memoria sensorial. Carolina, redactora de los informativos de RTPA. Una persona, sobradamente preparada... que, como mujer, se enfrenta a una vida llena de curiosas, sorprendentes, anacrónicas, anecdóticas, categóricas, irritantes, insultantes, denunciables... desigualdades.

«De pequeña me llamaban marimacho por jugar al fútbol. No llevaba vestidos, no me gustaban ni barbies, ni bikinis, ni maquillarme, ni el rosa, ni jugar a la goma ni las canciones de la goma, ni rollos de juegos de novios. Jugaba con mi hermano y sus amigos a baloncesto. Me encantaban los deportes. ¡Una niña me llegó a preguntar que por qué quería ser un niño! Cuando veo a niñas jugando al fútbol, me alegro un montón, y si me dejan, entro a jugar con ellas... O acceder gratis a una discoteca, por ser mujer, y que el hombre pague ¡Nosotras somos el precio!», exclama.

Pero lo peor no era eso. «Cuando salía de fiesta volvía en taxi, subir aquella cuesta de noche, sola, me aterraba. Con mis cuarenta, sigo mirando atrás cuando entro al portal o al garaje. Hace un par de meses dos paisanos me increparon por la calle con un comentario asqueroso: 'Te huele el coño desde aquí'. En otra ocasión un hombre me siguió desde el supermercado hasta casa. Cuando compré el piso me acompañó mi madre a la notaría. El notario señaló: ¡las mujeres ya vienen solas a comprar los pisos! Le respondí que desde la prehistoria las mujeres hacemos cosas solas».

Carolina no hace una literatura militante, pero sus personajes, las situaciones que narra en 'Tarada' son auténticos gritos de protesta contra esa cruel y zafia realidad. «No sé cuándo podremos decir que ya no hay techos de cristal, supongo que es algo lento, que se forja individual y socialmente. Y en esos planos, obviamente, la educación aparece como fundamental arma. Una educación que fomente en los niñas y niñas el arrojo, el sentido común, el amor propio, el respeto... ¡Y que les motive para leer historias protagonizadas por hombres y por mujeres de todo tipo! Sin obviar la parte biológica de parir y amamantar que nos condiciona: las leyes deben tenerlo en cuenta. Arreglando eso deberíamos tener el mismo techo que un hombre: el cielo y punto».

Carolina Sarmiento González, madre de Lorenzo, tiene como principales proyectos «lograr tener más tiempo para leer, escribir y pasear. Continuar escribiendo relatos, lo he retomado hace poco y me divierte muchísimo. Me da igual que se convierta en libro o no. Eso sí, en breve publicaré una nueva novela y la estoy perfilando para lograr mi mejor narrativa posible. Quiero que tanto la prosa como la historia sean la repera... Y cómo no, educar a mi hijo en esos principios en los que prime, como en mi vida primó, las palabras respeto y... libertad».

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