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La gota que colmó el vaso llegó el pasado viernes en forma de citación judicial. El padre de Mónica F. recibía una notificación de los juzgados de Avilés por haber recibido asistencia en el Hospital Universitario San Agustín de Avilés el pasado 27 de mayo por unas presuntas lesiones.
Y sí, en ese día había acudido al servicio de urgencias del hospital de referencias del Área Sanitaria III, pero lo había llevado su hijo y no un amigo, como le indicaron en los juzgados. Además, la causa era completamente diferente a unas lesiones. Se trata de un paciente oncológico, en tratamiento por el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Allí le indicaron que, en caso de sentir molestias o fiebre acudiese al San Agustín. Así hizo ese día, tal como recoge el informe médico del alta.
La notificación judicial motivó que la familia intentase hablar con algún responsable en el San Agustín para lograr resolver el entuerto. «Fue imposible, explicamos el tema y, como máximo, nos dijeron que mandásemos un correo electrónico a atención al paciente y que ya lo resolverían. Como mínimo nos gustaría poder hablar con alguien y que presentasen disculpas por un error que ellos han cometido», explica Mónica.
La reacción de la familia se entiende porque no es el primer error que sufren durante la enfermedad del padre. El pasado junio también acudieron al Hospital San Agustín. «Llevaba todo el día muy mal y a los once de la noche lo llevamos a Urgencias. Le dieron el alta a las 2.23 de la mañana y casi estaba peor. Le dimos un poco de agua que vomitó allí mismo», recuerda Mónica. El diagnóstico de Urgencias apuntaba que sufría un catarro, sin más consecuencias.
Al día siguiente, a las siete de la mañana debían acudir a una revisión al HUCA, por lo que la familia decidió esperar y no montar lío alguno. Bastante tenían con el calvario que estaba pasando el hombre.
«En el HUCA se escandalizaron al ver cómo llegó. Le hicieron un escáner y vieron fístulas por el tratamiento oncológico, que en el San Agustín podían no haber visto, y una neumonía bilateral que sí debían haber diagnosticado», recuerda Mónica. Con todo, el susto no pararía ahí ya que, al miércoles siguiente, los médicos les dijeron que la neumonía avanzaba sin remedio y que el pronóstico era el peor posible. Finalmente, el jueves lograron estabilizar al paciente y lo recuperaron. «Le salvaron la vida», respira Mónica, aunque no niega su inquietud por lo que ha pasado y lo que puede suceder en el futuro. «Soy la primera defensora de la sanidad pública, pero quiero una sanidad con garantías. No es normal tantos errores en la misma persona; hablé con mi médico y la enfermera del centro de salud porque quería denunciar este hecho y me desanimaron. Aquí nadie pide disculpas y la situación sigue deteriorándose», comenta.
Aunque ella ya no piensa callarse y, aunque no llegue a denunciar, sí ha escrito al presidente Adrián Barbón para informar de lo que han vivido y que adopte medidas para que no vuelva a repetirse.
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