«Derribar baterías es redundar en los errores del horno alto y la térmica»

Rubén Domínguez asistió el pasado sábado a la voladura de la chimenea número 5 del complejo de las baterías de cok de Avilés con la realidad ya asimilada. Consciente de que iba a caer, lo vivió «entre la pena, la lástima y la frustración de no haber podido lograr que se conservase algo más». Historiador y presidente del Centro de Estudios Alfoz de Gauzón, heredero del Club Popular de Cultura de Llaranes, encabezó en su día el movimiento que pedía la conservación de las instalaciones. «Más allá de lo sentimental, hay elementos objetivos que justifican la conservación», asegura.

Las protestas de historiadores y arquitectos hicieron que el gobierno local apostase finalmente por solicitar a Sepides la cesión de uno de los dos gasómetros, que inicialmente entraba en los planes de derribo junto al resto del conjunto y, aunque logró salvarlo de la piqueta, «cosa que celebramos, también consideramos que es insuficiente para un recinto de esta magnitud».

Domínguez considera que «buena parte de los elementos podrían reconvertirse para usos industriales y empresariales sin mucho esfuerzo», y cree también que las chimeneas que ya han comenzado a desaparecer «podrían haberse integrado en la urbanización del futuro polígono».

Así, señala que «la propia Ley de patrimonio cultural» marca que elementos son susceptibles de resultar de interés para su conservación: «el taller, el almacén, loas chimeneas y los gasómetros». El Alfoz defendía que se mantuviese en pie «eso como mínimo», pero finalmente solo se ha salvado un gasómetro.

«En el mismo Avilés hay muy buenos ejemplos de conservación y reutilización del patrimonio industrial, desde el parque de bomberos a La Curtidora o la Factoría Cultural, pero lo que tiene que ver con Ensidesa no ha corrido la misma suerte», expone. Así, el historiador hace hincapié en que «redundamos en los mismos errores: primero de demolió el horno alto, luego la térmica y ahora las baterías, no avanzamos nada», lamenta. Ahora, solo le queda seguir contemplando como continúan desapareciendo los distintos elementos que quedan por demoler: las otras cuatro chimeneas, las torres y el gasómetro.