ALBERTO SANTOS
Lunes, 26 de diciembre 2022, 02:23
Cuando España vivía pendiente de un sorteo de Lotería de Navidad en busca de una vida mejor bañada en euros, el azar forjaba el pasado jueves una nueva amistad a bordo de un barco carguero amarrado en el puerto de Avilés. Un trabajo rutinario acabó ... convirtiéndose en un cuento de Navidad gracias al espíritu de compañerismo de un trabajador asturiano y un marinero ucraniano.
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Manuel Ángel Menéndez Martínez es un gijonés que tiene una tienda de bicicletas en su ciudad y que también trabaja esporádicamente como autónomo en el trincaje de barcos para asegurar la carga. Como en otras ocasiones, la pasada semana fueron requeridos sus servicios en el puerto de Avilés, en concreto en el muelle de Valliniello, donde la carga y traslado de piezas de torres eólicas es una rutina diaria.
Esta vez, le tocaba trabajar en un barco con bandera holandesa que partiría hacia Finlandia, pero que llevaba en su tripulación a una persona muy especial: Nikita, un joven de 22 años de Ucrania. «Lo conocí el martes y empezamos a hablar como buenamente pudimos en inglés. Me cayó bien, me pareció un chaval valiente con esa edad por el mundo», relataba ayer a este periódico Manuel Ángel.
Aparte de alguna mención por alto a la guerra de Ucrania, Nikita desveló sus planes de pasar la Nochebuena en Finlandia una vez finalizada la carga de material eólico en Avilés. Como buen asturiano, su nuevo amigo gijonés no dejó la ocasión de hacer patria y hablarle al joven ucraniano de las bondades de la sidra, lo que despertó el interés inmediato de Nikita por comprar unas botellas para llevárselas a bordo para la noche más especial del año.
Manuel Ángel no se lo pensó dos veces, y se plantó en el barco el jueves por la mañana con dos cajas de sidra Peñón, con sus respectivos vasos. Era su regalo de Papá Noel para el nuevo amigo ucraniano que había conocido en la ría avilesina.
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Nikita, agradecido, desapareció de la cubierta del barco para reaparecer instantes después con una sorpresa. Era un saxofón con el que no dudó en devolver el regalo, en su caso en forma de un concierto improvisado que dejó boquiabiertos a todos los presentes. Era también la música de despedida antes de zarpar rumbo a Finlandia.
Mientras, en espera de que la marea les vuelva a reunir en el puerto de Avilés, Manuel Ángel Menéndez y Nikita seguirán apuntalando su amistad a través de las redes sociales después de haber protagonizado un cuento de Navidad con inicio y final feliz en la ría avilesina.
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