Patricia Solar, en el CAI de Pravia. A. L. J.

«El confinamiento aumentó mucho los trastornos duales»

Patricia Solar Directora del CAI Ascivitas de Pravia ·

«Las personas con una discapacidad intelectual necesitan una atención profesional que no reciben en casa. Deben poder volver al CAI»

ALEJANDRO L. JAMBRINA

PRAVIA.

Domingo, 2 de mayo 2021, 00:46

La Asociación Actividades de Pravia desarrolla una labor fundamental en todo el Bajo Nalón como una de las principales herramientas para dotar de recursos a las personas con alguna discapacidad intelectual y a su familias. Cumplieron su veinticinco aniversario en el año de la pandemia ... y su directora, Patricia Solar, hace balance de lo que supuso el confinamiento para los 35 usuarios a los que acompañan cada día en el CAI de Pravia. Han sido meses difíciles, pero repletos de trabajo e ilusión.

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-¿Cómo nació Ascivitas y qué cambios ha experimentado en estos veinticinco años?

-Ascivitas empezó siendo una asociación de familias con hijos con discapacidad intelectual que decidieron organizarse y colaborar ante la falta de recursos acorde a sus necesidades en la mancomunidad. Desde entonces han cambiado muchas cosas y nos hemos ido profesionalizando. Hoy en día somos un servicio concertado con el Principado y tenemos dos áreas principales de actuación, una asistencial con las familias y un Centro de Apoyo a la Integración (CAI) que da servicio a un total de nueve concejos.

-¿Cuál es el perfil de las familias a las que ayudan?

-Como toda la región, estamos inmersos en un proceso de envejecimiento y muchas son personas mayores de zonas rurales con hijos adultos. Ese perfil hace que sus necesidades asistenciales se incrementen y tratamos de darles apoyo en temas de asistencia médica, recursos y servicios, gestión de tutelas o asesoramiento jurídico.

-¿Quiénes forman el equipo de la asociación?

-Actualmente el equipo de Ascivitas lo formamos cuatro educadores que se encargan de la atención directa y tres personas en la directiva. Luego contamos con el personal de servicios como la flota de transportes y servicios externos de catering o limpieza.

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-Hábleme del trabajo que llevan a cabo en el CAI.

-En el CAI tenemos actualmente 35 usuarios. Es un servicio diurno, de 10 a 17 horas, en el que les ofrecemos programas de simulación cognitiva, de logopedia o de formación ocupacional, que son muy importantes porque suponen la antesala del mundo laboral. Tenemos talleres de hostelería, otro de creación de merchandising y uno de jardinería al que suelen acceder los usuarios más capacitados, que luego pueden seguir a través de la cooperativa de jardines que tiene contrato con el Ayuntamiento de Pravia.

-Entiendo que la pandemia ha complicado mucho las cosas para los usuarios y sus familias.

-Así es. Desde el primer confinamiento vimos que habría que gestionar un grave problema de la sobrecarga familiar. Son familias cuyo mayor desahogo es el CAI y los propios chavales tienen aquí su trabajo, a sus amigos e incluso a su pareja. Están muy acostumbrados a socializar y a realizar actividades en el exterior, por eso el encierro generó en algunos casos problemas de conducta o de abastecimiento en los núcleos familiares rurales.

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-¿Cómo afrontaron desde el CAI esas nuevas dificultades?

-Desde el primer día tuvimos que reorganizar todos los procesos de trabajo del centro y adaptarlos a la nueva realidad. Lo primero que organizamos fueron los servicios de atención a domicilio, el control diario por teléfono y los paseos terapéuticos en los casos más necesarios. Nos encontramos con otro problema, que muchas de estas familias no tienen medios o acceso a la tecnología y esa era una barrera que hizo que el aislamiento fuese mucho más patente. Han sido meses muy complicados, pero hemos trabajado mucho.

-¿En qué momento se encuentran ahora?

-Cuando ya tuvimos el permiso para reincorporarnos presencialmente nos llevó mucho trabajo adaptarnos. Al principio nos permitieron meter en el centro al 50% de los usuarios y ahora estamos al 75%. Lo que nos planteamos fue formar a los líderes del grupo y que adquiriesen las nuevas habilidades y rutinas higiénicas, para que cuando llegasen sus compañeros fuesen un refuerzo. Pero luego nunca tuvimos ningún problema, han sido muy escrupulosos.

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-¿Muchas medidas de seguridad?

-Claro, la prevención es extrema, se cambian de ropa antes de entrar, tienen el aula higienizada, tienen sus sitios separados a dos metros y hemos habilitado más espacio. Digamos que hay tres burbujas y eso permite que en caso de haber un contagio, como mucho afectaría a otras tres personas.

-¿Qué consecuencias ha tenido la pandemia para ellos?

-Siempre decimos que ellos son igual que cualquier otra persona, simplemente necesitan más apoyo en algunos aspectos. Si todos lo pasamos mal, ellos también. Hemos notado un aumento del deterioro cognitivo y en la calidad de vida de algunos. Dentro de sus casas nunca van a tener un sistema de atención como el que ofrecemos aquí y ahora ese es nuestro objetivo principal, tratar de volver a los estándares iniciales. Es cierto que antes algunas solo tenían una discapacidad intelectual y ahora se da el trastorno dual, alguna enfermedad mental a causa de la ansiedad.

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-¿Y qué pasa con ese 25% de usuarios a los que aún no permiten volver al CAI?

-Pues ese 25% llevan más de un año en sus domicilios y se han hecho a una nueva rutina. Nos cuesta ir a valorarlos, pero desde luego no es lo ideal. Es un experimento por parte de las administraciones para ver si la atención en el domicilio es posible y estamos convencidos de que es algo que hay que evitar. Las personas con una discapacidad intelectual necesitan atención profesional y el contacto con otros compañeros.

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