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J. F. GALÁN
AVILÉS.
Martes, 23 de abril 2019, 03:28
Avilés se pegó ayer un multitudinario atracón, gastronómico festivo y en manga corta, bendecido por el sol. Miles de personas disfrutaron un año más de la Comida en la Calle, el punto álgido de las fiestas de El Bollo, cinco kilómetros de mesas dispuestas por el Ayuntamiento a lo largo de las principales calles y plazas del centro histórico, que ayer colgó el cartel de completo. Las quince mil plazas disponibles habían sido previamente reservadas, y no se apreciaban espacios en blanco. A ellas se sumaron otros miles de comensales, quizá más cómodos o menos previsores, que disfrutaron de la calurosa jornada en bares, terrazas, restaurantes, parques o en cualquier sitio que se prestase.
Incluso algunos, como la familia Bernardo, padres, dos hijos, abuelos y tres primos, que se trajeron su propia mesa. «A ver si con un poco de suerte encontramos un sitio a la sombra en el que podamos instalarnos. Hace mucho calor», decía el cabeza de familia. Fue el gran aliado de una primaveral jornada que, como ya es tradición, concentró en el parque de Ferrera a miles de jóvenes que celebraron allí su particular folixa, un 'botellón' controlado por la Policía Local.
El sol brilló con inusitada fuerza ya desde bien temprano. Las mesas, alargados tableros cubiertos con la bandera de Avilés, y las correspondientes 15.000 sillas se habían instalado a lo largo de la noche y a las nueve de la mañana todo estaba ya dispuesto para la gran cita.
Aunque la convocatoria oficial era a la dos de la tarde, la mesas comenzaron a llenarse ya desde el mediodía. «Vamos a empezar por el vermú», explicaba Guillermo Santamaría, erigido en portavoz de un nutrido grupo de treintañeros que a esa hora ya había tomado posesión de sus sillas en un lugar privilegiado, la calle de Galiana. «Mi trabajo me costó. El día en el que daban número para la reserva mediante cita previa estábamos haciendo cola a las puertas de la antigua Pescadería desde las tres de la madrugada hasta las ocho de la mañana», añadió Estrada.
La charangas El Felechu, Ceda el Paso y Menudas Notas y bandas de gaiteros amenizaban la animada sesión vermú. A esas horas el foco de la fiesta se concentraba en la plaza de España, con el tradicional concurso de fabada bajo los soportales del Ayuntamiento y una fabada pantagruélica a la altura de Los Caños de San Francisco, cocinada un año con esmero, paciencia y a fuego lento alimentado por leña por la asociación de vecinos de Miranda, los Xagós del Arroz. Saldrían unas dos mil raciones que comenzaron a distribuirse poco antes de las dos.
Y así, entre música, sidra, buen ambiente y bajo un intenso calor que no dejaba de apretar se fue abriendo el apetito. Tortilla, empanada y generosas bandejas de embutido fueron un año más la reinas de la fiesta, comida casera compartida en la calle en pareja con amigos y en familia, aunque también de catering, de restaurante o incluso cocinada en vivo y en directo. «La paella nos la hacemos nosotros. Es una tradición llevamos años haciéndola, y siempre me toca a mí hacer de maestro de ceremonias. Será que me queda muy bien», decía con satisfacción Emilio Gutiérrez, un jerezano afincado en Avilés mientras intentaba dar con el punto de sal.
La fiesta iba por barrios y El Carbayedo siempre es uno de los más animados, un autentico hervidero. Sobre todo la plaza y su entorno, llena a reventar ya desde el mediodía por un público variopinto, con predominio de familias y grupos de jóvenes. Allí estaban un año más los integrantes de la asociación de vecinos El Hórreo.
En Galiana, otro de los puntos de referencia de la Comida en la Calle, el ambiente era más juvenil, con tableros dispuestos tanto a lo largo de la calle como bajo los soportales, una garantía en caso de mal tiempo, aunque ayer no era de lluvia de lo que había que cobijarse, sino del calor.
En el otro extremo del casco histórico, el barrio de Sabugo también se cubrió de mesas. Y lo mismo la plaza de Hermanos Orbón, con un público en el que predominaban familias con niños pequeños, aunque también mayores. Sobre todo grupos de mujeres. «Sí, ya tenemos unos años, pero eso no significa que renunciemos a pasarnos lo bien». De hecho eran de los más animados.
Y lo mismo en La Ferrería, en San Francisco, la plaza de Álvarez Acebal, Alfonso VII, Cabruñana, La Fruta, El Sol, plaza de Camposagrado, San Bernardo, Carlos Lobo, Las Artes, Marqués, Jovellanos, Los Alas Bances Candamo, La Estación y Carreño Miranda.
Las calles del casco histórico se cubrieron de mesas y de sillas formando así un extenso y bullicioso comedor al aire libre rebosante de gente con ganas de pasárselo bien.
La mesa presidencial quedó instalada en la plaza de España, presidida por la Xana, Elena Ruiz, la Xanina, Lucía Sarilla, y sus séquitos de damas de honor y por la alcaldesa, Mariví Monteserín, acompañada por los concejales del equipo de gobierno.
La plaza de España también fue el lugar elegido por el PSOE para instalar su comedor, con su candidato a la presidencia del Principado, Adrián Barbón, a la cabeza.
Y es que los políticos también se sumaron a la Comida en la Calle, no se sabe muy bien si con el único fin de disfrutarla como los demás o de aprovechar también la ocasión para lanzar, o más bien repetir, sus mensajes electorales con la esperanza de captar la atención de algún indeciso.
El Partido Popular se decantó por La Fruta, Ciudadanos por La Ferrería, Foro por el barrio de Sabugo y Podemos, Izquierda Unida y Cambia Avilés, la plataforma electoral con la que ambos partidos se presentarán a la próximas elecciones municipales bajo una candidatura conjunta, en Rivero.
Empanadas, tortillas, croquetas, embutidos, patatas fritas y demás viandas fueron poco a poco desapareciendo de platos y tarteras. Tras los postres, el chupito y el café el atracón dio paso a un larga, cálida y animada sobremesa, en algunos puntos con música en vivo, Fredevents en la plaza de El Carbayo, Talismán en Hermanos Orbón, Costa Norte en Carlos Lobo y Ensueños en la del Carbayedo.
Así, fue transcurriendo la plácida y calurosa tarde. Poco a poco la marea humana que alegraba el casco histórico fue abriéndose hacia el resto de la ciudad, hasta ese momento poco menos que desierta
Era la hora del segundo desfile de carrozas, carros y xarrés, quince en total, llenas de niños vestidos de asturianos y acompañadas de charangas, bandas de gaitas y grupos folclóricos, con salida desde José Cueto y final en la avenida de Cervantes, y de acercarse al recinto ferial, al aparcamiento de El Quirinal, donde tras dos años de ausencia, volvieron a instalarse las atracciones de feria. Las seis de la tarde también era la hora de cerrar el parque de Ferrera y de iniciar la operación limpieza, que al menos se prolongará durante todo el día de hoy.
También había música, la segunda y última jornada del Encuentro Coral de Avilés y el concierto de música folk en la plaza de España, a cargo de 'Un de Grao' y de Xabier Díaz e As Adufeiras de Salitre.
Fueron las últimas actividades programadas de una gran fiesta, la Comida en la Salle, sin duda la más multitudinaria de los últimos años, la guinda de El Bollo, que se alargó más allá de la noche. No hubo que lamentar incidentes.
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