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Si el andador retrae a muchas personas de llevar una vida activa, para Mercedes Arias Vallina (Avilés, 1942) es un instrumento del que exprime todas sus posibilidades. Y si no, miren su última foto de carnaval, transformado en la fuente que antaño estaba en la ... Plaza de Pedro Menéndez y ella vestida de operaria. Así es ella. Divertida, alegre, sin complejos y con muchas ganas de sacar punta a todo.
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Ya apuntaba maneras desde cría, cuando se escapaba del colegio e iba a La Economía, el bazar que tenía su padre a tan solo unos metros del Santo Ángel, entonces en la calle de La Cámara. No sólo no recibía ninguna reprimenda, sino que se lo consentía todo y podía echar una mano como si fuera una adulta. Allí se familiarizó, sin darse cuenta, con el trato con la clientela y fue la profesión que, con mucho gusto, adoptó para ganarse la vida.
Lo hizo primero en La Economía, pero eran varios hermanos y ella empezó a vender prendas de piel que le traía una azafata de vuelo. Surgió como le han surgido muchas cosas en la vida: porque es una mujer sociable y con don de gentes que además sabe aprovechar las oportunidades porque... ¿quién dijo miedo?
El boca a boca funcionó sorprendentemente bien y la clientela aumentó de tal manera que Mercedes no podía permanecer a expensas de los vuelos esporádicos de la citada proveedora, así que viajó a Mallorca para conocer in situ fábricas. Así nació Bango Piel, en uno de los locales que tenía su familia en Las Meanas.
Fue un buen negocio, pero muy estacional y aunque tirarse tres meses de vacaciones era muy goloso con cinco hijos que tenía el matrimonio, surgió Bango Novias. Fue una inspiración que tuvo Mercedes cuando en un viaje por Murcia se enamoró de las tiendas de novia que había por allí. Dicho y hecho: contrató a una modista y se puso a funcionar.
Fueron dos negocios que si bien no han tenido la longevidad de La Economía (que ahora llevan las sobrinas de Mercedes), sí tuvieron mucha presencia en la ciudad gracias a la calidad que vendían.
Claro que aquellas puertas también se abrían después de los carnavales para informar al marido de Mercedes que se habían despiporrado de risa con el disfraz de su mujer. José Jesús 'Cuqui' quería poco menos que lo tragara la tierra porque ella siempre ha ido por libre y nunca le ha importado dar la nota con tal de pasarlo pipa.
Los inicios fueron espontáneos. Entró en la cocina de Casa Germán, donde 'comadreaban' varias parejas de amigos, y tomando prestado un cubo, una fregona, bajando las medias a la rodilla y poniendo un cigarrillo en la boca, evocando a la protagonista de una popular serie francesa, fue por las mesas echando con humor a la clientela. Después llegó La Parra y sus interminables comidas-cenas de Carnaval y luego decenas de antroxus en los que, inspirándose en la actualidad y con la ayuda en muchas ocasiones de su amigo Pepe Espiña, ironiza con lo que pasa a su alrededor, que es el mejor antídoto contra todo. Para Mercedes, como cantaba Celia Cruz, sin duda la vida es un carnaval.
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