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EVA HERNÁNDEZ
AVILÉS.
Miércoles, 30 de junio 2021, 01:45
El fallecimiento de José Manuel Feito, párroco de Miranda, ocurrió cuando las medidas contra la covid-19 eran aún muy estrictas. Tanto fue así que el colegio Luisa de Marillac no pudo en ese momento rendir un homenaje a su persona, que tanto significó ... para el centro y para el pueblo. Por ello, ayer, en el primer aniversario de la muerte del párroco, una pequeña representación del colegio, conformada por dos profesores y cuatro alumnos, se reunió junto al actual párroco del pueblo, Francisco Javier Panizo Calvo y el artista avilesino Samuel Armas en la casa parroquial donde Feito vivió más de medio siglo y que fue fuente de inspiración de toda su obra.
El homenaje no solo contó con la presentación de la placa, sino que antes de ello los alumnos de segundo de la ESO leyeron unos poemas que habían creado en la memoria del párroco y que denominaron 'poemenajes', donde destacaban su afabilidad y su entrega. Además de estos escritos, los estudiantes de toda la secundaria crearon unos coloridos caligramas a partir de poemas del propio Feito que poblaron el jardín de la iglesia de Miranda para la ocasión.
Todo esto fue creado a través de un proyecto interdisciplinal en la asignatura de Religión, donde también estudiaron la vida del párroco a través de una yincana y leyeron pasajes de su libro 'Jesús del atardecer'. Además, en las clases de plástica, los alumnos están creando un mural con su rostro para no olvidarse de la importancia del párroco en el colegio. Como colofón a este proyecto, en la asignatura de Lengua, los estudiantes han confeccionado un poemario donde se incluyen estos caligramas y 'poemenajes' bajo el título de 'Versos para el recuerdo' y que planean publicar el año que viene.
Tras el pequeño recital de los alumnos, se procedió a descubrir la placa de azulejos de cerámica creada por el artista Samuel Armas, donde se visualizaba el retrato del párroco junto al texto 'Aquí vivió José Manuel Feito. Una vida ejemplar'. El artista, que es a su vez exalumno del colegio, se complacía de poder unir su disciplina con la importancia que había tenido Feito para el pueblo, haciendo que cualquier persona que se parara a mirar la placa pudiera recordar a este gran referente de Miranda.
La figura de Feito tuvo una gran importancia para el colegio. Tanto es así que el centro de educativo tiene enmarcado su nombre en la biblioteca e incluso su figura se estudia en las clases de Lengua y Literatura. «Fue un hombre que siempre mostró una gran predisposición a colaborar con el centro, ofreciéndonos su participación en todas las ceremonias religiosas que organizábamos y su ayuda en todo lo que necesitáramos», recordaban los profesores.
Con motivo del primer aniversario del fallecimiento de Feito, a las cinco de la tarde del sábado se presentará en la iglesia de Miranda un libro sobre las memorias póstumas del párroco. Este libro pretende repasar su vida, destacando acontecimientos como su llegada a Miranda y los estudios que realizó sobre la localidad. Participarán en la presentación el colaborador de LA VOZ-EL COMERCIO José Luis García Martín y los escritores Saúl Fernández y José Manuel Gómez Feito, su sobrino. Después tendrá lugar la presentación de la obra creada por Samuel Armas donde refleja la figura del párroco. Para finalizar, a las siete habrá una misa en la iglesia parroquial.
Feito fue una figura muy importante también para la cultura mirandina y asturiana, por la que siempre mostró un gran interés, llegando a publicar varios libros como 'Cerámica tradicional asturiana' o 'La artesanía popular asturiana'. Además también se interesó por personajes notables como fue Alejandro Casona, quien pasó parte de su infancia en Miranda. Gracias a su interés e investigación fue galardonado con premios tales como el Premio Nacional de Periodismo Mundo Negro y en 2014 LA VOZ DE AVILÉS le concedió su premio anual en la categoría de Cultura.
También cabe resaltar que el párroco destacó por la cercanía con la que siempre trató a sus vecinos, ganándose el cariño de todo el pueblo de Miranda. Mostrándose como un hombre atento que no dejaba de llamar a sus feligreses por su cumpleaños, guardando aunque fuera cinco minutos para felicitarles.
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