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Hace ahora poco más de cinco años que Alcoa anunció el cierre de la planta avilesina de San Balandrán. A finales de aquel 2018 ... había en Avilés 6.135 trabajadores en la industria. Hoy, a base de cierres y recortes, apenas se cuentan ya 4.781 empleados en el sector. Son 1.354 menos que entonces, y seguirá bajando, toda vez que dentro de unas semanas habrá que descontar buena parte de los 160 empleados de la planta de Sekurit de Saint-Gobain además de otro centenar de puestos en la industrial auxiliar.
La sangría es importante y no tiene parangón en ningún otro sector de la ciudad en la actualidad. La pérdida de empleo industrial alcanza el 22% en los últimos seis años, cuando la merma general es del 7%. Esto supone que uno de cada cinco trabajadores de la industria de Avilés ha perdido su empleo en este periodo, en el que los servicios se han mantenido relativamente estables y la construcción ha ganado empleados de forma importante.
El cierre de la antigua Alcoa fue haciéndose notar de forma paulatina. Algunos de los empleados comenzaron a buscar otros trabajos a la vista del peligro que corrían sus puestos. Unos cambiaron de sector y otros incluso de provincia. Cuando se ejecutó el ERE, en la primavera de 2022, más de doscientas personas pasaron a engrosar las listas del paro, y se sumaron a todos aquellos vinculados a la industria auxiliar de la aluminera que ya habían perdido sus puestos por la escasa o nula actividad que mantenía la planta. Aquel año se cerró con 671 trabajadores menos en el sector que el anterior.
Fue un golpe duro, como lo fue también el parón de actividad sufrido durante lo más duro de la pandemia del coronavirus en 2020, un año en el que se perdieron otros siete centenares de empleos de los que apenas se pudieron recuperar unas decenas.
No ha sido el único cierre reciente de una gran planta industrial. En 2019 se habían apagado las baterías de cok de ArcelorMittal, que trasladaron a buena parte de sus trabajadores a las nuevas instalaciones de Gijón. En total se perdieron 360 puestos en la industria ese año y seiscientos en total.
Cierto es que no todo han sido despidos ni los cierres son la única causa de la pérdida de empleo industrial. Algunas empresas han optado por aplicar medidas no traumáticas, principalmente prejubilaciones, y los que han desaparecido son muchos de los puestos habitualmente ocupados por trabajadores temporales, a quienes se ha dejado de llamar. Otros puestos, sin embargo, han desaparecido por cambios y automatizaciones en los procesos de producción.
A la espera de que el proyecto de Windar para construir una planta de grandes piezas para la eólica marina en las instalaciones de la antigua Alcoa se ponga en marcha, lo que sin duda contribuirá a crear empleo en la comarca, el próximo año se avecina también complicado para la industria local, que en los últimos tiempos también ha visto problemas en otras compañías como por ejemplo Imasa, que no solo ha reducido plantilla, sino que también ha trasladado su sede social a Llanera, lo que hace que esos puestos de trabajo ya no contabilicen en Avilés.
Si la industria representa la cruz, y la merma de puestos de trabajo es especialmente dolorosa toda vez que Avilés se ha destacado siempre como uno de los núcleos industriales del país, la cara es la construcción. Superada la crisis del ladrillo, la actividad no ha dejado de crecer de manera paulatina en estos últimos años a golpe de reformas de viviendas, adecuación de locales, las nuevas promociones inmobiliarias y también por el desmantelamiento de instalaciones como las propias baterías de cok o la antigua acería LD-II de ArcelorMittal. Todo ello ha supuesto que haya ahora tres centenares más de trabajadores que hace seis años. Mientras, la agricultura, residual en la ciudad, ha perdido al 8% de sus empleados y el sector servicios cerró el pasado año con una pérdida del 4% y recuperándose de la debacle sufrida durante la pandemia, cuando desaparecieron cerca de doscientas empresas en la ciudad.
Con todo, Avilés sigue a la cabeza de las ciudades del país con una mayor proporción de empleo industrial, que según los datos del último informe de Indicadores Urbanos del INE aún supone algo más de 25% del total. Por contra, es la segunda con una menor tasa de actividad (50,3%), solo por debajo de Ferrol.
La tendencia no es buena, y todos los años se ha destruido empleo, salvo este último, cuando se han logrado contabilizar alrededor de 350 afiliados más a la seguridad social, todos ellos del sector de la construcción, ya que el resto han ido a la baja. Algunos de manera tímida, como los servicios, donde el último año se cerró con apenas cuatro decenas menos de afiliados que el anterior, y otros, caso de la industria, en mayor medida, con 308 trabajadores menos.
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