ALBERTO SANTOS
AVILÉS.
Martes, 20 de julio 2021, 00:27
«Puedo salir en el periódico por hablar del accidente o podría haberlo hecho en una esquela». El susto todavía no se le quita del cuerpo al avilesino Pedro Álvarez. Y las heridas, sobre todo en su rostro, tampoco. Cinco puntos de sutura en la ... mandíbula dejan claro que un paseo dominical en bicicleta hasta Salinas podía haber terminado en tragedia.
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Como cientos de avilesinos aficionados al ciclismo, y con 61 años en la mochila, una de sus rutas favoritas «al ser llana, que ya no estoy para subir La Farrapona», es hacer un recorrido de unas dos horas de duración que pasa entre Avilés y Salinas a través de la carretera de San Juan de Nieva. Es una vía no exenta de peligro, que en días laborables se llena de camiones y tráfico comercial intenso, y los fines de semana se vuelve problemática a causa de la cercanía de las playas castrillonenses.
Lo que no esperaba este ciclista avilesino es que ninguno de esos motivos iban a ser la causa del accidente que sufrió el domingo por la tarde. «Cuando volvía, en la recta más o menos a la altura de la estación de tren de San Juan, la rueda delantera de la bicicleta entró en el hueco de asfalto donde van los raíles y me fui al suelo», relataba ayer a este periódico.
A partir de ahí se quedó «ko». Pedro Álvarez salió lanzado por encima del manillar de su bicicleta y el impacto con la cabeza contra el suelo fue tan fuerte que se quedó tendido, inmóvil». Lo siguiente que recuerda es ver a una pareja que viajaba en un coche detrás de él «y que fueron mis ángeles de la guarda, pero también de forma involuntaria podrían haber sido mis verdugos si van a una velocidad superior y no hubiesen podido esquivarme». De ese atropello se libró, y también del impacto con otros vehículos gracias a la intervención de esas dos personas.
Por eso ahora quiere localizarlas para expresarles su agradecimiento y tener un detalle con ellos que bien pudieran haberle salvado la vida. «Tras el accidente yo me quedé en el suelo como 'sonado'. Y solo recuerdo que ellos estuvieron conmigo en todo momento para protegerme y cuidarme», recuerda. Tiene pocas pistas sobre la identidad de sus 'ángeles de la guarda', por eso espera que los pocos datos de los que tiene memoria le ayuden a localizarlos. «Él se llama Víctor y es de Sabugo, y ella creo recordar que se llama 'Chori', pero no estoy seguro. Espero poder contactar con ellos para hacerles un regalo, porque pensé que se me acababa la vida allí si llegan a ir más rápido y me atropellan».
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Además de intentar hablar con sus cuidadores, Pedro Álvarez también quiere advertir al resto de ciclistas y a la autoridad competente del peligro de ese tendido de vías de tren que cruzan de forma longitudinal la avenida de la Playa. «Tengo 61 años y nunca vi cruzar un tren por allí, no sé qué hacen todavía cruzando la carretera y además con esos huecos en el asfalto. Si no valen, que las tapen, y si valen, que busquen la manera de que no haya ese surco donde puedes meter una rueda y hacerte mucho daño, eso si no viene un coche detrás y te atropella», denuncia. Ese mismo problema se repite en la rotonda que une la avenida de la Playa con la travesía de la Industria, donde confluye otro tendido de vías de tren.
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