La escritora Carmen Posadas, en Avilés
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La escritora Carmen Posadas, en Avilés
«Quería encontrar un nuevo enfoque para hablar del Titanic»En su búsqueda sobre un relato aún no escrito sobre el hundimiento del Titanic, la escritora Emilia Pardo Bazán llega hasta la familia Olmedo y Villalegre. Aquí, en Avilés, transcurre parte de 'El misterioso caso del impostor del Titanic', la última novela de ... la escritora Carmen Posadas, que el próximo lunes día 11 presentará en el Centro Niemeyer, a las 20 horas.
–¿Cómo ha sido fabular en las consecuencias del desastre del Titanic? ¿Qué sabía usted del tema antes de que su nieto Jaime la atrapara con su interés?
–Siempre ha estado muy presente en mi familia, como en tantas otras, no creo que haya nadie a quien le interesara. Entre otras cosas porque viajaban tres uruguayos que murieron y uno de ellos era amigo de la familia. Es una historia curiosa porque el hombre tenía terror al agua debido a un naufragio anterior y para quitarse el miedo decidió embarcarse de nuevo. Cuando se produjo el choque era el que estaba más tranquilo de todos, creía que era una falsa alarma y se fue a tomar un whisky a la biblioteca.
–Esa anécdota, atribuida a otro personaje, aparece en la novela. ¿Por qué no se inspiró en esta historia?
–Porque quería encontrar un nuevo enfoque.
–Como Emilia Pardo Bazán para sus artículos de ABC.
–Exacto. Cuando me enteré de que había habido diez españoles a bordo y tres desaparecieron, bueno de uno apareció el cadáver y las familias de los otros compraron dos cuerpos. Me pareció tan novelesco que tiré del hilo y rescaté a Emilia (Pardo Bazán).
–¿Por qué a esta escritora?
–Porque le encantaba crónica negra e inventó a un detective para enmendarle la plana a Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes. Su personaje se llama Ignacio Selva y fue tomado de la vida real. Era un tarambana y un caradura reconvertido en escritor. Aparece en 'La Gota de Sangre', una de las primeras novelas policiales escritas por una mujer. Mucho antes que las de Agatha Christie.
–Se percibe su fascinación por la escritora gallega.
–La descubrí en la pandemia y me volví muy fan. Es una grandísima escritora, a la altura de cualquiera de sus contemporáneos. Y tenía una personalidad increíble. Era libre en el más amplio sentido de la palabra y abrió brecha. Retratarla a ella fue lo más comprometido porque, al fin y al cabo, es un personaje que todo el mundo conoce. Me documenté mucho sobre sus artículos y me empapé sobre su forma de escribir para imitar su estilo. Y por lo que me están contando amigos devotos de la escritora, parece que he acertado en su retrato.
–El personaje de Armando Olmedo y Ramírez se inspira en el avilesino Servando Ovies. ¿Cómo llegó hasta la historia de Ovies?
–El juez Marchena me contó la historia del otro superviviente, pero ahí no había mucho de qué tirar. Me pareció más interesante la de Servando que tenía una pata en América, en Cuba. Era más fácil de novelar. Su familia, al igual que la de otro de los siniestrados, compró un cadáver para que la familia pudiera heredar y la viuda pudiera volver a casarse. Todo eso es completamente histórico. La historia del impostor es mía, por eso le he cambiado el nombre. Pero el resto de sus circunstancias: su negocio, su casa en Avilés, su vida en Cuba,... son reales.
– ¿Con qué elementos se queda y cuáles inventa cuando, como en este caso, partimos de un hecho que sucedió?
–Empiezas a fabular cuando ya no tienes más datos. Se hablaba de que en Cuba había aparecido alguien que era esta persona. Allí sigue habiendo descendientes de la familia con los que intenté ponerme en contacto porque conocía sus nombres, pero allí es todo muy complicado de averiguar.
–En el libro se menciona y describe Villalegre. ¿Trabajo de campo o información a través de internet?
–Había estado en Avilés hace tiempo, pero me quería quedar con la impresión que había tenido porque quería retratar el Avilés de principios de siglo XX. El resto lo fui construyendo a base de fotos, postales, películas,... Pero tengo que pedir perdón por un pecado mortal involuntario cometido: ¡Hablo de 'sidriña'! ¡Qué horror, qué horror! Me han escrito ya dos personas. Una es una cubana residente en Miami y nieta de asturianos.
–Como diría Pardo Bazán, serían las meigas...
–(Risas) Yo juraría que lo escribí bien. De todas formas, como está a punto de salir la segunda edición del libro, aparecerá ya corregido.
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