C. DEL RÍO
TABORNEDA.
Jueves, 6 de junio 2019, 00:30
Elisa Villa, profesora de Geología de la Universidad de Oviedo, explicó ayer los procesos geológicos que han convertido a los Picos de Europa en uno de los «paisajes singulares» de la Península Ibérica. La charla, enmarcada en las I Jornadas sobre Medio Ambiente de Illas, organizadas por el Ayuntamiento, el grupo ornitológico Mavea y la Asociación de Vecinos de Taborneda, fue, además, la primera de las actividades puestas en marcha en el nuevo local vecinal de Taborneda.
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Elisa Villa explicó que los rasgos característicos de Picos se explican por la «abundancia de calizas», un material que «resiste grandes pendientes sin desmoronarse» y que ha permitido «un levantamiento relativamente reciente que, junto con agentes modeladores o escultores como el agua o los glaciares» ha dado unas «formas espectaculares, con ríos próximos al mar, con desfiladeros y un relieve muy característico».
Estas calizas surgieron de un mar que existió hace más de trescientos millones de años, situado en aquella época en las proximidades del Ecuador. Los procesos de sedimentación de enormes cantidades de carbonato cálcico dieron lugar, al endurecerse, a estas rocas. En su evolución influyeron tanto las condiciones ambientales y ecológicas del fondo marino, que no eran uniformes, como la temperatura, la salinidad, la oxigenación y la turbidez de las aguas.
Así se produjeron cambios tanto en sentido horizontal como vertical y, como consecuencia, «las calizas que vemos hoy día aflorar en los Picos de Europa, aunque a primera vista nos parezcan extraordinariamente uniformes, no lo son tanto cuando se examinan con cierto detalle».
La profesora explicó que se dan desniveles más pronunciados que en ningún otro parque de la Península. Una verticalidad de nuevo explicada por la caliza, la roca dominante, que va desde cumbres hasta el fondo de los valles.
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Respecto a las conocidas simas de Picos de Europa son, en su opinión, un rasgo geológico de «primer orden», pero no el más importante del parque. Están relacionadas con esa presencia de calizas y con el nivel de cota de los ríos, que es muy baja, y con el Cares, quizás el más emblemático, a la cabeza. «Estos ríos, al lado de montañas calizas muy altas, aumentan las posibilidades de formación de simas. Son la teórica boca de salida de algunos ríos. Son de gran profundidad. Pueden empezar a los mil metros y llegar a los cuatrocientos», explicó.
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