Por tierra, mar y aire: intensa búsqueda del pescador ovetense de 32 años en San Juan

Fue en torno a las once de la noche de anteayer cuando las autoridades recibieron la primera alerta, después de que, tras largas horas de ausencia, el sujeto no regresase a su domicilio. La Guardia Civil respondió al aviso enviado a sus agentes a rastrear la zona, donde el desaparecido indicó que se hallaría. Cerca del faro, y hasta que la búsqueda se suspendió a las cuatro y media de la madrugada, se encontraron su vehículo y una caña de pescar, aunque no al hombre.

Con las primeras luces del jueves, y mientras el grueso de la región festejaba el Día de Asturias, el dispositivo volvió a desplegarse en el lugar. Por parte de la Benemérita, hasta seis patrullas de Seguridad Ciudadana peinaron cada paseo, espigón, recodo y quebrada, apoyadas por un helicóptero del Servicio Aéreo, y por embarcaciones del Servicio Marítimo. Por su parte, tanto Salvamento Marítimo como el 112 aportaron medio acuáticos y aéreos. Todo, por ahora, en vano; al cierre de la edición de ayer aún no se habían dado progresos.

Con muchas preguntas en el aire, varias hipótesis y el tiempo corriendo en contra, la actividad de rastreo prosigue hoy, mientras su desaparición permanece como tema de conversación principal entre quienes acuden al área de San Juan. Para la mayoría de los que frecuentan el lugar, la teoría más plausible es que, bien por un golpe de viento o mar, bien por un accidente fruto de la escasa visibilidad, el hombre acabó en las aguas. La sentencia es unánime: «No sería la primera vez».

Incluso para los pescadores más veteranos y avezados la zona, aunque atractiva por la abundancia de capturas y la relativa facilidad para obtenerlas, está envuelta en una suerte de nube negra metafórica, motivada por lo escarpado de las zonas y por la virulencia de las mareas. «Son malos sitios para ir solo, o para acercarse demasiado al agua», reconocían ayer algunos de los aficionados a dicho deporte. «Si estás en los espigones, o en una quebrada, y viene una ola fuerte, o el viento te pega, acabas en la mar y ya no sales por ti mismo».

De hecho, uno de los espigones, rematado por la baliza de entrada a la bocana de la ría, está cerrado al tránsito peatonal por una doble cadena. No obstante, «hay buenas capturas, y muchos se saltan ese bloqueo».