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A. L. JAMBRINA
AVILÉS.
Martes, 12 de enero 2021, 00:48
Hace 35.000 años la cornisa cantábrica estaba plagada de especies que ya no están, unos porque se extinguieron y otros porque emigraron a medida que iba cambiando el clima. Una de esas raras especies es el buey almizclero, un animal lanudo sumamente extraño en la península del que solo había aparecido restos en una cueva de Gerona. Sin embargo, el geólogo avilesino Diego Álvarez Laó dio a conocer recientemente el hallazgo de unos restos óseos de esta especie en el cantábrico, a tan solo un kilómetro de Asturias.
Ayer expuso su investigación en la primera sesión del ciclo 'Naturaleza y Ciencia' que organiza Mavea en colaboración con La Serrana. «Ha sido un hallazgo muy importante porque se trata de una joya natural, un testigo de las glaciaciones que ahora sabemos que vivió y se movió por esta zona, lo que significa que no podemos descartar que en un futuro puedan aparecer restos en Asturias», anticipó el geólogo y profesor de la Universidad de Oviedo.
«Estos restos expanden el área de distribución de esta especie y es un indicativo de unas condiciones ambientales concretas, de frío extremo, que presentaba esta región durante las glaciaciones», expuso Laó sobre el pasado de la cornisa cantábrica.
Actualmente, el buey almizclero cuenta con una población mundial que ronda los 80.000 ejemplares, «pero solo pueden sobrevivir en zonas extremas como Alaska o Siberia, por eso ha sido tan importante descubrir que el norte de la península reunía condiciones similares hace unos 35.000 años, que es en lo que hemos fechado estos restos», añade Laó.
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