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Rosa Fuentes
AVILÉS.
Martes, 10 de diciembre 2024, 01:00
La sorpresa de un niño al ver «el Belén de Tatina», como ella quiere que se llame, fue tan mayúscula que dijo: «Yo quiero vivir aquí». La expresión no es nada desdeñable cuando la vista recorre más de trescientas figuras y objetos cuidadosamente colocados en un paisaje que mide seis metros de largo por dos de ancho. Está incluido en la ruta de los belenes y se encuentra en el bajo del número 7 de la avenida de Oviedo y se puede visitar de lunes a sábado, de 16 a 21 horas.
Isabel Díaz Álvarez, a la que todo el barrio llama Tatina es ama de casa y comenzó hace más de diez años colocando un pequeño nacimiento en la escalera de su edificio. «Siempre me gustaron porque de pequeña en mi casa no faltaba ninguna Navidad, aunque era muy chiquitito».
Su marido, fallecido este año, la animó a que lo colocara en el bajo del que es propietaria, al doblar la entrada del portal, y allí puso el primero sobre una superficie de tenis de mesa.
«Cada año pongo más y seguiré haciéndolo mientras tenga paciencia para hacerlo», aseguró ayer, el primer día que lo abrió al público para que pueda visitarlo «todo el mundo».
El belén de Tatina deja a la vista un gran abanico de oficios de la época. Casi llegan a cobrar vida los fruteros, panaderos, pastores, ceramistas, herreros, agricultores o charcuteros. Las figuras y las fuentes son compradas «o regaladas», pero lo demás está hecho por ella. Repollos, coliflores, mejillones, un pez raya, panes o alfombras suponen una clase de manualidades donde la paciencia y el rigor dan sus frutos. Muchos objetos están realizados con cerámica fría, o con cartón de hueveras que pasa por la batidora y les da forma con cola, o con cinta carrocera y trozos de piña que forman el tronco de una palmera, o con una parte de un bolígrafo.
No hay nada que se le ponga por delante. Cualquier detalle que se le ocurra lo lleva a la práctica y resulta inimaginable los diferentes elementos que utiliza para hacer crecer un paisaje con el que pretende que «la gente disfrute».
En el fondo está el nacimiento con un niño Jesús algo más grande en relación al resto «porque si no los niños no lo veían».
Solo ella sabe que tanto la gruta como las rocas que la rodean también son manualidades. «Son de espuma de poliuretano y tiene vida propia», aseguró.
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