NATALIA MENÉNDEZ
AVILÉS.
Domingo, 23 de julio 2023, 02:48
El casco histórico de la ciudad ha borrado del imaginario colectivo de los turistas esa visión recurrente en la que Avilés parecía solo una ciudad industrial y gris. Localizaciones emblemáticas de la villa como el Centro Niemeyer o el parque de Ferrera también han contribuido a que los foráneos descubran las bondades de la que es la tercera ciudad más grande de Asturias.
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Casi todos los visitantes que se acercan en verano a la Oficina de Turismo deciden visitar el Niemeyer, que suele dejar impresionados a muchos de ellos como Francisco López, de Albacete, que admite que el centro cultural le ha «llamado mucho la atención».
Otros, también aconsejados por el personal de la Oficina de Turismo, optan a menudo por seguir la Ruta Monumental, un itinerario que ofrece una visión de la ciudad bien distinta de aquel Avilés de los años ochenta que aún muchos asturianos conservan en su retina, lo que ha hecho que una gran cantidad de visitantes lleguen aún a la villa con la sensación de «venir a visitar una ciudad bastante fea», una creencia que desaparece cuando se pone un pie en zonas emblemáticas de la villa como Galiana o Rivero.
Eso es lo que le pasó a Carlos Álvarez, de Barcelona, que tras pasar unos días en la villa se marchaba con la sensación de que «Avilés es la gran desconocida de Asturias», llegando afirmar que «la gente habla mucho de Oviedo o Gijón», y sin embargo, «Avilés no tiene nada que envidiarles».
Aunque los foráneos cada vez valoran más la ciudad como destino turístico, muchos aún la ven como un lugar en el que «pasar el día», pues lo normal sigue siendo que la gente decida hospedarse en Oviedo, en Gijón o en zonas conocidas del oriente Asturiano.
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Pese a ello, la ciudad ha cambiado mucho en los últimos años, motivo por el que cada vez son más las personas que deciden alojarse en la localidad por su ubicación y su tamaño.
«Decidí alojarme en Avilés por sus dimensiones, me parecía el sitio más acogedor de la región», afirmó Sheila Suárez, procedente de Gran Canaria, algo en lo que también estaba de acuerdo Begoña Peñalba, natural de Logroño, que ha pernoctado varias veces en la ciudad, porque para ella «Avilés es el sitio perfecto para hospedarse», aunque considera perjudicial para la urbe la escasa capacidad hotelera de la que dispone, un motivo por el que algunos visitantes han decidido alojarse en zonas de la comarca como Salinas, Piedras Blancas o el Bajo Nalón.
Aunque la poca capacidad hotelera de la ciudad impide que Avilés se posicione como uno de los destinos preferidos por los turistas para hospedarse, uno de los puntos fuertes de la urbe es su arquitectura y son varios los turistas que se han quedado impresionados al visitar en Avilés edificios como la Iglesia de San Antonio de Padua o el Claustro de la Iglesia de San Nicolás Bari. Así lo afirma Antonio García, procedente de Madrid, y Beni Santana, natural de Gran Canaria, que elogiaron la conservación y el estado en el que se encuentran estos dos monumentos, algo que también le ocurrió a Pilar Téllez de Toledo, «creía que Avilés era una ciudad industrial en la que no había nada que visitar», confesaba.
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A otros visitantes simplemente les maravilla la instantánea de la ciudad que ofrecen algunos de los edificios situados en las calles más céntricas, como al barcelonés Joan Pau Vidal, que elogia muchas de las construcciones de la calle La Cámara, como el Palacio de Maqua. «En el centro de Avilés hay edificios que son modestos y a la vez impresionantes».
Otro aspecto que ha impresionado a casi todos los visitantes de la ciudad es su gastronomía, pues eran muchos los que venían a Avilés «con intención de pasar el día y comer en la ciudad», según las palabras de Elena Marí, de Ibiza. «La comida tradicional asturiana es espectacular», algo en lo que coinciden Antonio García y Carmen Cebrián, que valoran positivamente «la comida», especialmente la bebida y los platos típicos de la región como la fabada, el cachopo o la sidra.
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Es decir, la ciudad convence al turismo nacional, aunque los europeos también empiezan a dejarse ver por la villa. Pierre Marchand, un francés que esta recorriendo el norte de España, volvió al país galo sorprendido por la forma de ser de los avilesinos y también por sus calles históricas y es que el casco histórico ha dejado impresionados a todos los visitantes por su belleza y su estado de conservación, algo que también han valorado los turistas nacionales. La canaria Beni Santana se mostró muy sorprendida en su visita, al igual que el joven francés, sobre todo por el estado en el que se encontraban algunos de los templos más icónicos de la ciudad, como la Iglesia de San Nicolás de Bari, en la que muchos se fotografían y han bautizado como «la catedral avilesina».
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