
Francisco Erice, historiador
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Francisco Erice, historiador
«En Avilés se hundió el buque 'Agadir' en la revolución de 1934»Francisco Erice, catedrático y profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Oviedo, así como reputado autor natural de Colombres, fue el protagonista ayer ... de la segunda conferencia del ciclo organizado por el Centro de Estudios del Alfoz de Gauzón en Avilés para conmemorar el 90 aniversario de la revolución de octubre de 1934.
Bajo el título 'La revolución de octubre de 1934: procesos, mitos y realidades. Episodios avilesinos', Erice desgranó en el Centro de Servicios Universitarios de Avilés el papel de la ciudad durante el icónico suceso, que no fue principal pero dio lugar a acontecimientos que merecen su reseña.
Tras una introducción general de lo que fue la revolución, atendiendo a las causas, procesos y episodios fundamentales, Erice se centró después en Avilés, donde «hubo una preparación de la revolución por parte de las organizaciones obreras e incluso un intento de acopio de armas. No tenían prácticamente ninguna, pero aun así consiguieron que las fuerzas del orden y los sectores notables de la derecha, que sí las tenían, se concentrasen en el Ayuntamiento», recuerda.
De ese modo, los revolucionaron tomaron «algunos barrios de Avilés como Sabugo. No tenían fuerzas para asaltar el Ayuntamiento, pero sí se dio lugar un episodio que es muy notable. En Avilés se produjo el hundimiento de un barco en la bocana del puerto. Los revolucionarios consiguieron hundir el buque 'Agadir' y evitaron que entrasen en la ciudad tropas del ejército».
También cabe destacar la «imaginación» de los insurgentes, que «habían robado cierta cantidad de dinamita en una cantera, la mezclaron con ácido y con latas de pimientos para crear una especie de bombas caseras. No sé muy bien cómo eran a nivel de tamaño, pero las utilizaron para incendiar la casa de Julián Orbón y su periódico, 'El Progreso de Asturias'».
Todo se aplacó al cuarto día, cuando «llegaron las tropas de López Ochoa, que venían desde Lugo y lógicamente encontraron muy poca resistencia. Los dos primeros días, la entrada se paraliza por parte de los revolucionarios, más que nada porque López Ochoa no sabía lo que se iba a encontrar, pues la situación se magnificó desde el Ayuntamiento de Avilés, donde se creía que los rebeldes tenían armas, pero la resistencia era imposible. A partir de la entrada el día 8 de López Ochoa la revolución se termina en Avilés y sólo quedan los procesos de algunos de los responsables».
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