Algunos de los últimos clientes de El Árbol colocan la compra en el maletero de su coche. MARÍA FUENTES

«Sin El Árbol, se cargarán el barrio»

Los vecinos de Llaranes, desolados tras la sentencia que ordena el desalojo del supermercado

BORJA PINO

AVILÉS.

Sábado, 25 de enero 2020, 00:29

La noticia del desalojo de la cadena de supermercados El Árbol del antiguo economato de Llaranes, como resultado del rechazo, por parte del Tribunal Supremo, del recurso de casación interpuesto por la compañía contra las sentencias de desahucio dictadas por la Audiencia Provincial de ... Asturias y por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 5 de Avilés, ha caído como un mazazo sobre los vecinos del barrio . Los ánimos están visiblemente bajos, y muchos de los clientes habituales del negocio se preguntan qué opciones tendrán cuando el comercio, dependiente del grupo Dia, eche el cierre.

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«A mí me va a jorobar bien, porque no estoy para andar, vivo solo y tengo ya muchos años», asegura Gonzalo Rodríguez, veterano de Llaranes y residente en la plaza Castañedo. Incapacitado para acarrear grandes pesos durante mucho tiempo, ve con preocupación la escasez de alternativas. «Las tiendinas de por aquí te sacan de un apuro, pero necesitamos este comercio».

En un barrio en el que buena parte de la población ya está en la tercera edad, y son muchos a los que la desaparición del comercio inquieta. Lidiane Riveira se gana la vida cuidando a personas mayores, y sabe de primera mano la angustia que la actual situación genera. «No se puede hacer esto, los vecinos están acostumbrados y, además, el supermercado más cercano está demasiado lejos. ¿Cómo voy a dejarlos solos tanto tiempo para ir a hacer la compra?», se pregunta.

No obstante, junto a la incomodidad que plantea la pérdida de un comercio tan cercano, el otro gran tema de conversación entre los vecinos es el destino de la plantilla. «A los empleados los conocemos desde hace mucho tiempo, nos dan confianza, y no queremos que se vayan a la calle», declara José Ángel Álvarez. A su juicio, «deberían abrir otro supermercado aquí y mantener a la misma gente; sin esto, se estarán cargando el barrio».

Las postura de Álvarez es compartida por la práctica totalidad de los clientes. Tal es el caso de Margarita Miranda, que conoce a la plantilla «de toda la vida», y se confiesa desolada ante el futuro que les puede esperar. «Tengo un nieto de 29 años que está igual, entrando y saliendo de empresas, y no quiero que esta gente, que es como de la familia, pase por lo mismo». Cerca de ella, Laura Fernández comparte su tristeza. «Hay gente a la que no le gusta la atención que dan aquí, pero son una plantilla encantadora, te resuelve todos los problemas y siempre ayudan», afirma.

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Pero la desaparición de El Árbol también podría generar daños colaterales en otros negocios de la zona. Así lo teme Daniel García, que regenta el puesto de venta de boletos de la ONCE que se encuentra junto a la entrada del supermercado. «Dependo totalmente de ellos, quitarnos esto nos va a hacer muchísimo daño», vaticina. Su deseo es que el espacio lo ocupe un nuevo comercio que fomente el empleo: «No me importa lo que pongan lo que sea, pero que den trabajo a esta gente; es lo que pedimos todos los de aquí».

En ese sentido, existe cierto grado esperanza entre los 23 trabajadores de El Árbol. Una de las empleadas, Alicia Nuevo, aseguraba ayer a LA VOZ que hay una buena predisposición para llegar a un entendimiento de todas las partes, tanto la plantilla como la cadena Vegalsa, posible próxima inquilina del economato, y la empresa pública Cofivacasa, propietaria del edificio.

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