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Viernes, 17 de mayo 2024, 14:36
La alerta saltó entre los vecinos de El Pozón al mediodía del viernes cuando sintieron cómo las sirenas de la Policía y de una ambulancia se mezclaban con las carreras de numerosas personas que se acercaban al cruce de la calle Santo Ángel con Padre Arintero. Minutos antes, un joven había sido acuchillado con un arma blanca. De inmediato fue traslado al hospital San Agustín y, según diversos testigos, su estado no parecía grave.
El suceso se produjo, según los testimonios de los vecinos, cuando un joven al que algunos llaman 'el rubio', por el color de su pelo, se abalanzó presuntamente contra otro de acento sudamericano, que iba con un patinete, y al que causó varias heridas en las piernas y en los glúteos.
Un cliente que sobre las dos y media de la tarde comía en el mesón El Bodegón de la calle Santa Rita, comentó que ni siquiera habían llegado a pelearse entre ellos. También lo ratificó así una vecina del barrio que dijo, «está claro que venía a por él porque no le dio tiempo a nada».
Con el patinete tirado en el suelo, el joven agredido intentó caminar pero cayó al suelo unos metros más adelante, cerca de un portal. Según las mismas fuentes, una vecina de este portal bajó con una toalla para colocarle un torniquete en la pierna, «de la que salía mucha sangre», y así estuvo hasta que llegó la ambulancia.
Algunas personas que vieron lo sucedido desde la calle o a través de las ventanas de sus casas, coincidieron en asegurar que, tras propinarle las heridas, el supuesto agresor salió corriendo junto a una mujer también joven. Al parecer, ambos son pareja y viven en una casa en alquiler cerca del lugar en que sucedieron los hechos, relató una vecina.
El trabajador de una empresa de obras que ayer se encontraba junto a su compañero en una calle perpendicular a Padre Arintero arreglando un bache, recordaba que cuando ellos llegaron, sobre las doce y media, la calle estaba cortada y que «había mucho jaleo con policías y gente mirando y preguntando qué pasaba».
Unas horas después de los sucedido, algunos vecinos regresaban a sus casas tras pasar la mañana trabajando fuera del barrio y se mostraban sorprendidos al conocer la noticia porque no se había enterado. Todos coincidían en que se trata de un barrio «muy tranquilo», en el que «nunca pasa nada». También una mujer que fumaba a la ventana de su casa comentó que en los 36 años que lleva viviendo en el mismo lugar «nunca había pasado nada parecido». Durante unos minutos entabló conversación con personas que pasaban por su calle para opinar o interesarse sobre la sucedido. Incluso recordó que alguien le había dicho. «Hoy (por ayer) empiezan las fiestas, así que a ver si las tenemos en paz».
La paz parecía instaurada nuevamente apenas un par de horas después de la agresión. La calle, que había sido acordonada, se encontraba ya expedita, y los operarios municipales habían quitado cualquier rastro de sangre y la tarde se preparaba para discurrir entre sol y lluvia, aunque con desasosiego en el cuerpo de un vecindario sobresaltado.
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