Secciones
Servicios
Destacamos
No hay nada que pueda preparar a los habitantes de un barrio tranquilo en el que impera la seguridad de lo cotidiano para encajar un suceso como el que sacudió a El Quirinal. Los vecinos tratan de retomar la normalidad después de que un ... hombre acuchillara a un adolescente de quince años sin mediar palabra este miércoles, pero de momento parece complicado que la calma vuelva y más entre quienes tienen hijos o nietos. El temor existente lo expresa uno de los vecinos del entorno, Roberto Ramil, que recuerda que «por esta zona hay muchos niños que van a actividades extraescolares o a las academias. Si lo sucedido llega a ser a otra hora y no sé qué habría pasado, aunque está claro que hay que asumir que ese hombre está enfermo».
A él, lo sucedido le cogió a cierta distancia, estaba en un bar situado en el extremo inferior de Juan XXIII disfrutando de una consumición con uno de sus hijos. «Oímos las sirenas y los gritos, pero pensamos que había sido un atropello más. Como hay tantos en Fernando Morán», admitía. Esa ingenuidad inicial se vino abajo al tener conocimiento de lo sucedido y como el resto de vecinos quedó conmocionado y pensando en qué hubiera pasado en otro momento del día con más niños en la calle.
Más cerca del lugar donde se produjo la agresión estaba el pasado miércoles Elvira Paz, usuaria del cercano Complejo Deportivo Avilés, que también expresaba ayer el miedo que ha quedado en el ambiente. «Creo que al hombre se le cruzó el cable, simplemente fue eso, aunque el miedo se te queda en el cuerpo, sobre todo cuando eres madre y sabes que vive por esta zona».
Ella fue una de las personas que en la tarde del miércoles presenció la huida de muchos de los que estaban en la calle en el momento en el que el hombre acuchilló al chico. «Había gente corriendo como en las películas, con carricoches y bolsas de la compra, y gritando '¡que viene, que viene!'».
Agresor y agredido son conocidos entre los vecinos de El Quirinal y ayer en bares, peluquerías, academias de idiomas o tiendas el suceso acaparaba casi todas las conversaciones. Y la nota más habitual era la de la incomprensión y la perplejidad por los hechos vividos.
El hombre que paseaba con su perro y atacó al joven causándole heridas en el cuello es descrito unánimemente como una persona parca en palabras, de modales correctos y buen trato con sus convecinos. Nada podía hacer presagiar que algún día se armaría con un cuchillo y, sin razón aparente, la emprendería contra un adolescente de solo quince años.
«Nos da pena por el chaval, pero es que el paisano no está bien», admitían ayer los dueños de uno de los establecimientos hosteleros de la calle Fernando Morán. Porque el atacante, habitual de su negocio desde hace años, es, a su juicio, «un hombre educadísimo, que habla poco, pero que ayuda a todo el mundo». Tanto es así que «vive cerca de una mujer con necesidades y de vez en cuando le echa una mano, le lleva comida y le hace la compra». Una afirmación que otros vecinos de la zona también confirmaron a este periódico.
Son muchos quienes, en mayor o menor medida, conocen al agresor. Entre ellos se encuentra Juan López, propietario de un perro de aguas muy similar al que le acompañaba al hombre en el momento de la agresión. Gracias a esa conexión, alguna que otra vez ha tratado con el sujeto, aunque «poco, muy poco, porque es un tipo retraído. Eso sí, jamás se me pasó por la cabeza que haría algo como eso».
Noticia Relacionada
Por el contrario, quien sí albergaba ciertas sospechas era María Isabel Rodríguez. «Lo tengo visto a menudo por el barrio», confesaba. «Hasta ayer nunca dio un solo problema, es verdad, pero cuando lo veías caminar por la calle te dabas cuenta de que miraba mucho hacia atrás, como si pensase que le estaban persiguiendo. Y siempre me dio mucha pena por el perro».
Afortunadamente, pese a la magnitud del susto y al drama que en otras circunstancias podría haberse desatado, entre los vecinos existe cierta comprensión ante el problema de salud mental del agresor. «Le podría pasar a cualquiera, no es un delincuente, ni un macarra, sino una persona que está enferma y que necesita ser cuidada», puntualizaba Lucía Izquierdo, mientras disfrutaba de un café en una de las terrazas del barrio.
Noticia Relacionada
Y lo mismo sentenció Manuel Vázquez, adscrito al Centro Deportivo. «Lo que habría que hacer es descubrir qué falló y gastar tiempo y dinero en buscar soluciones. Un acompañamiento especializado, una tutela para que se tome la medicación... No hay que crucificarle, sino ayudarle para que no vuelva a pasar».
No obstante, lo que ayer era palpable en El Quirinal es que pasará mucho tiempo antes de que este hecho sea olvidado. Y prueba de ello es lo sucedido en Gijón hace ya dieciocho años. E aquel caso las consecuencias fueron mucho más graves y moría un niño de seis años, Borja Solar, en el parque de Isabel la Católica a manos de Ramón del Barrio, un hombre que presumiblemente presentaba trastornos mentales severos en el momento que cometió el crimen. Lo sucedido el miércoles en El Quirinal ha vuelto a hacer revivir ese luctuoso hecho de Gijón y el temor a lo que podría haber pasado se ha quedado de momento a vivir durante un tiempo entre los vecinos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.