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ALBERTO RENDUELES
Sábado, 27 de agosto 2022, 01:36
El próximo 7 de septiembre se cumplirán cincuenta años de la consecución de la medalla olímpica de bronce en boxeo por parte de José Enrique Rodríguez Cal, 'Dacal II'. Es una efemérides de la que se hablado mucho durante los últimos tiempos, pero es digno de volver a resaltar con la descripción de aquellas fechas en Munich, en la que este candasín afincado en Avilés desde niño alcanzó la gloria deportiva nacional. Más aún por el hecho de que acabaría por convertirse en el único representante de nuestro país que volvió a casa con una medalla en su haber en aquellos Juegos Olímpicos, al haberle sido retirada la suya al ciclista Huélamo por un positivo.
Nuestro protagonista no llegó a la cita olímpica por casualidad, sino por el gran esfuerzo desarrollado desde que a los trece años se adentró en el mundo del boxeo, animado por su entonces vecino, el púgil local Abel Martínez, y teniendo como ídolo a su propio hermano, Avelino Dacal. Contaba tras de sí con más de un año de experiencia internacional con la selección español y los resultados habían sido francamente positivos, pero ahora le llegaba la hora de la verdad para enfrentarse en los Juegos Olímpicos con la flor y nata mundial de los pesos minimosca.
Durante estos años se ha venido comentando que aquella medalla fue conseguida en el combate de semifinales contra el coreano Gil Kim. Pero no fue así. Realmente consiguió el preciado metal en el enfrentamiento anterior ante el cubano Rafael Carbonell, puesto que en la competición de boxeo se garantiza la medalla de bronce con el hecho de acceder a las semifinales. Un logro que resultó toda una explosión de júbilo para Dacal II al ser consciente de que había entrado en el olimpo de los elegidos y de ser el único español que en aquellos juegos alemanes conseguía un metal.
El camino hasta estos cuartos de final fue de lo más complicado. No en vano, en la primera eliminatoria le había tocado en suerte al rumano Alexandru Turei, quien se había proclamado campeón de Europa dos meses antes. Los golpes fueron constantes y los jueces observaron una mayor acometividad y técnica por parte del asturiano, por el que se decantaron los colegiados por tres puntos por dos del rumano. Tras esta victoria, Dacal II tuvo que esperar dos días por su segundo combate, ya que la jornada del 5 de septiembre se tuvo que suspender a consecuencia de los atentados sufridos por la delegación israelí. Llegada la ocasión, el 7 de septiembre tuvo que medirse a otra figura de la época, el norteamericano Davey Lee Armstrong, que contaba nada menos que con 21 centímetros más de altura que el candasín-avilesino, y tras de sí con un amplio historial de triunfos. Pero Dacal estaba en su Olimpíada y no estaba dispuesto a dejarse sorprender. Los jueces tampoco lo dudaron al término del combate: cinco puntos a cero a favor del español.
Los cuartos de final eran los que determinaban si Dacal II iba a ser o no medallista. Para la ocasión, un rival de la escuela cubana. Rafael Carbonell, que contaba con una gran experiencia, en los que eran ya sus terceros Juegos Olímpicos. La lucha entre ambos fue encarnizada, hasta el punto de que Enrique Rodríguez Cal comenzó a sangrar por la nariz en el segundo asalto, que obligó a parar la pelea hasta en dos ocasiones, hecho que no impidió al boxeador español exhibir su juego de puños antes su rival y derrotarle a los puntos, a tenor de los cuatros a uno que le otorgó el jurado. Dacal había logrado ya su objetivo, el de saber que se iba a subir al cajón del podio, al menos para recibir una medalla de bronce, a la que tenía derecho por meterse en semifinales. Pero aún tendría la posibilidad de luchar por el oro y la plata.
El 8 de septiembre tuvo lugar el siguiente enfrentamiento, esta vez ante el coreano Gil Kim. Comenzó muy igualada en el primer asalto, pero en el segundo tuvo la mala fortuna de ser amonestado por el árbitro iraní Kouchar Karapet, al considerar que nuestro protagonista estaba obstaculizando la pelea y ello le restaba un punto. Aún así, tras el tercer y decisivo asalto, los jueces tuvieron mucha discrepancia a la hora de decidir la suerte del triunfo, ya que dieron vencedor al coreano por tres puntos a dos, a pesar de las protestas de una parte del público.
Aún así, Dacal estaba de lo más orgulloso con su medalla y a su regreso a España, cuatro días después, no aceptó la petición de la Federación para retenerle unos días en Madrid. Prefirió viajar rápido hacia a Asturias para celebrar semejante éxito con su familia y con los integrantes de su club, la Asociación Atlética Avilesina, que también le estaban esperando para agasajarle por semejante logro. Un reconocimiento que siempre ha tenido de todos cuanto le conocen y saben de su humildad y sentimiento deportivo.
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