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«¿Aqué cuando llegasteis aquí pensabais que no ibais a notar nada?». La pregunta la ha formulado Guillermo Noriega, jefe de la potabilizadora de La Lleda, que este jueves día 20 ha dirigido la cata ciega de aguas que, en el marco de la Semana del Agua, ha organizado la empresa mixta Aguas de Avilés bajo los soportales del Ayuntamiento, en un intento de protegerse del fuerte viento cuyas rachas han complicado la actividad de promoción y difusión tanto de la calidad del agua avilesina como del trabajo que se realiza en la empresa.
Ciudadanos anónimos y responsables políticos han tomado parte de esta actividad que ha sorprendido a todos porque, tal como señalaba Noriega, cuando uno se detiene ... a observar el aspecto del agua, a olerla y a saborearla se aprecian diferencias que pueden ser sutiles, pero que se notan. La primera en afirmarlo de manera categórica ha sido la propia alcaldesa, que directamente ha descartado el agua servida en el vaso B. «El sabor de la C es el que más me gusta», ha afirmado con la misma contundencia, una apreciación suscrita por el concejal Pelayo García, que en un alarde del funcionamiento de sus papilas gustativas había identificado previamente que las dos aguas del grifo eran la B y la C.
Porque, efectivamente, dos de las cuatro aguas servidas han procedido del grifo y otras dos han sido aguas embotelladas. Eso sí, se ha intentado que las cuatro fueran muy distintas y no se ha desvelado la procedencia del resto. Tanto solo se ha compartido que el agua B procedía de la Meseta.
Laura de Vega
Responsable de Desarrollo Sostenible de Aguas de Avilés
La C era el agua de Avilés, que no solo es «sanitariamente perfecta y de calidad excepcional», como han repetido hasta la saciedad los trabajadores de Aguas de Avilés, sino que ha jugado una baza a su favor porque «las encuestas nos dicen que el agua que más acostumbrados estéis a beber es la que más os va a gustar», ha señalado Laura de Vega, responsable de Desarrollo Sostenible de la empresa mixta.
No solo se han encargado de dirigir la cata sino de divulgar. Así, a lo largo del proceso de cata, en el que las han pedido primero que observaran las características del agua (su brillo, su fluidez, su color,...), después que la olieran (si apreciaban aromas a químicos como el cloro) y, por último, la degustaran, han ido aclarando, por ejemplo, que «el olor a cloro es agua desinfectada, el cloro es salud» o que «el agua del grifo es la que más controlada se puede tener». Eso parece que los avilesinos lo saben porque en Avilés se bebe mayoritariamente agua del grifo, según han asegurado.
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