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Sobre la tierra. Manolo Galé, en una de las última entrevistas que concedió, en el Club de Tenis de Avilés. JOSÉ PRIETO

Adiós al mejor embajador de Avilés con el tenis

Organizó en el Club de Tenis Avilés, que cofundó y presidió más de veinte años, tres de las cinco eliminatorias de Copa Davis que se celebraron en Asturias | Manolo Galé fallece a los 80 años, tras una vida dedicada a impulsar el deporte de la raqueta en Asturias y de promocionar a su ciudad por el mundo

C. DEL RÍO

AVILÉS.

Viernes, 26 de julio 2019, 00:55

El avilesino Manuel Gonzalo Galé Iglesias, 'Manolo Galé', falleció ayer a los 80 años en el Hospital San Agustín tras una vida de intensa dedicación al tenis, deporte en el que deja una hoja de servicios intachable y probablemente inimitable. Presidente de la ... Federación Asturiana de Tenis, cofundador y presidente durante más de veinticinco años del Real Club de Tenis de Avilés, impulsor del Tenis Playa de Luanco y promotor de la celebración de cinco Copas Davis en Asturias -tres de ellas en Avilés-, la influencia de Galé trasciende los límites de la región. Bien relacionado y mejor valorado, su presencia era habitual en todos los torneos de Gran Slam y en muchos otros menos mediáticos porque para Manolo Galé no había partido menor. Siempre aprovechaba, además, para ser el mejor embajador de Avilés y del Principado por todo el mundo.

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Llegó al tenis avalado por las dotes de gestor que había demostrado en otros sectores y ya nunca se desvinculó de un deporte que ayer le agradecía la dedicación. El consuelo que le queda a sus amigos y colaboradores es saber que Manolo se ha ido sabiendo que su ciudad y el tenis le reconocían su trabajo. En 2011, el Ayuntamiento de Avilés le entregó el galardón especial de los Premios Tiempo de Deporte por su trayectoria; en 2012 la Federación Española le concedió su insignia de oro y, un año después, LA VOZ DE AVILÉS le dio el Premio al Deporte. El último reconocimiento llegó de su club, del Real Club de Tenis de Avilés, que le homenajeó el pasado mes de septiembre en coincidencia con el cincuenta aniversario de la entidad.

Los padres de Manolo Galé, propietarios de una de las confiterías que aún recuerdan con nostalgia quienes superan los cincuenta, lo apuntaron al Club de Tenis de Avilés con diez años. No consta habilidad especial de aquel chaval con la raqueta, pero sí de su pasión por el deporte. El joven Galé devoraba todas las crónicas deportivas de tenis y se las arreglaba para asistir a esos torneos disputados por las figuras. Con tan solo 24 años asistió a la final de Copa Davis en Australia en 1965 y, dos años después, al 'Challenge Round', llamado así porque el campeón anterior, la Australia de Rod Laver, Emerson, Newcombe y Rosewall, jugaba contra el 'challenger' o el campeón del grupo mundial, que en esos años era la España de Santana, Arilla, Orantes y Gisbert. Pequeñas gestas que demostraban su pasión por el tenis y lo llevaron a encabezar algunas iniciativas que aún hoy se mantiene en marcha en su ciudad.

Cuando la planificación urbana proyectó cambios en Las Meanas que afectaban al antiguo Club de Tenis Avilés, Galé fue uno de los fundadores del Club de Tenis de San Cristóbal, rebautizado más tarde como Real Club de Tenis de Avilés. Fue una distinción concedida por don Juan Carlos I por haber nombrado presidente de honor a su hijo, hoy Rey, Felipe de Borbón. Galé entró como directivo y, al poco tiempo, ya estaba al frente. En los veinte años que lo presidió convirtió a este club en un gran centro deportivo de 40.000 metros cuadrados con piscinas, frontón y canchas. Ayer, tres de sus más emblemáticos trabajadores le lloraban. José Manuel Delgado y Manuel Menéndez, responsables de mantenimiento de las pistas, lo llamaban cariñosamente 'el tío'. «Si no hubiera sido por Manolo, ninguno de los tres estaríamos aquí», resumía el monitor de tenis Víctor López Núñez, a quien Galé obligó (casi literalmente) a formarse como monitor. Los dos primeros recordaban que gracias a él habían podido ver dos finales de Copa Davis en Barcelona y Sevilla además, por supuesto, de las que trajo al Principado.

Era, quizás, su competición favorita y luchó por traerla a Asturias siempre que se daban las condiciones. Avilés, su Avilés, fue la primera localidad en acoger el torneo en 1972, 1983 y 1992. Tuvo que pasar una década para que regresara, en esa ocasión a Oviedo y Gijón.

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Manuel Santana, Orantes o Björn Borg -que le invitó a su boda- forman parte de una nómina de célebres amigos que han mostrado su pesar por su fallecimiento. Miguel Díaz Román, presidente de la Federación Española de Tenis, señaló que «Manolo era un enamorado del tenis. Ha sido toda una institución en el tenis español. Siempre le recordaremos por sus vivencias»

José Ramón Rodríguez, presidente del Real Club de Tenis de Avilés, entidad que el año pasado le entregó la única insignia de oro que ha concedido la institución, destacó que «ha sido una persona clave y fundamental en la creación y puesta en marcha del club como socio fundador y presidente». «Lanzó el tenis a su máxima expresión en Avilés y Asturias y es muy querido en instituciones como el Real Club de Tenis de Barcelona», tal como ilustra el revelador comentario hecho por Beto Martín en el homenaje concedido el año pasado a Manolo. «El Conde Godó no comenzaba hasta que no llegaba Manolo Galé», aseguró el exjugador de tenis. De hecho, la organización de este torneo le regaló una réplica del trofeo, convirtiendo a Galé en la única persona poseedora de dicho trofeo sin haberlo ganado en la pista. Igualmente, atesoraba una réplica de la Copa Davis, regalada por el Club de Tenis Luanco en agradecimiento por la puesta en marcha del Torneo de Tenis Playa. Esas copas no podía pasearlas fuera de su domicilio de Salinas, pero sí exhibía con orgullo en su chaqueta el pin de la Ensaladera.

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La alcaldesa de Avilés Mariví Monteserín trasladó sus condolencias por el fallecimiento de Galé, a quien reconoció «la inmensa labor desempeñada en el mundo del tenis, fomentando desde la base la pasión y el gusto por este deporte a miles de avilesinos y avilesinas de varias generaciones». Celebró que pudiera convertir su afición en un modo de vida, «compartiéndolo activamente con multitud de personas durante toda su vida, poniéndose siempre al frente del tenis local, regional y nacional. Es justo reconocerle su aportación inestimable y el prestigio internacional que llegó a alcanzar». Un «orgullo» para Avilés.

«Manolo le dedicó toda su vida al tenis y ha ayudado muchísimo al tenis asturiano y al tenis español. Creo que hay que estarle muy agradecido. Era una persona entrañable, que siempre estaba dispuesta a ayudar, pensando en el bienestar de los demás», recuerda Pablo Carreño, uno de las principales apuestas más orgullosas de Galé, que se enteró de la muerte de Manolo instantes antes de jugar los octavos de final en Hamburgo.

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Orígenes de su familia

Manuel Galé Iglesias nació en Avilés después de que abuelo Manuel Galé Gan se casara con una avilesina e instalara su residencia en la ciudad desde su Aragón natal. Pastelero de nacimiento, abrió la Confitería Galé en el número 9 de la calle de La Cámara en 1876. Manuel Galé Pérez, uno de sus trece hijos y a la sazón padre del adalid del tenis en Asturias, heredó la profesión y se quedó con el local de La Cámara mientras que un hermano se establecía con Galé II en la calle de La Muralla. Eran para los avilesinos 'Galé, de arriba' y 'Galé, de abajo', respectivamente. Aunque ambas destacaban por la excelencia de sus productos. Las pastas de almendra que se llegaron a exportar a países como Filipinas y México. A pesar de que en aquel negocio Galé y su hermana María del Carmen pasaron muchas horas viendo trabajar a sus padres y disfrutando con los exquisitos olores de la mantequilla y las yemas, ninguno cogió las riendas del mismo.

Manolo estuvo interno en el Colegio de la Inmaculada en Gijón y después comenzó la carrera de Derecho y Económicas en las Universidad de Deusto. El fallecimiento de su padre, a los tres años de matricularse, le hizo regresar y retomar los estudios solo de Derecho en la Universidad de Oviedo.

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Aficionado a la música, logró relanzar el Orfeón de Avilés y dirigió la Escudería Avilés, instituciones ambas en las que dejó patente sus dotes de mando. Perseverancia e insistencia fueron dos de las cualidades de un gestor y promotor exitoso que deja huérfano al tenis asturiano y a su ciudad del alma.

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