JOSÉ MARÍA URBANO
Jueves, 29 de junio 2017, 02:24
Julián Rus Cañibano, fundador y propietario de Los Telares hasta su venta por un euro al fondo de inversión Gryphus Partners, vio el martes, en el Juzgado de lo Mercantil, en Gijón, cómo la Fiscalía y la administración concursal que llevaba la quiebra de la empresa se retractaban y dejaban sin efecto la acusación que pesaba sobre él de ser uno de los causantes de esa quiebra, con una petición de seis millones de euros y dos años de inhabilitación para dirigir una empresa. Al final, Julián Rus quedó exculpado tras demostrarse que había actuado siempre de forma diligente y con el único objetivo de salvar la que había sido su empresa.
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Supongo que la de ayer habrá sido una noche relajada tras la decisión del Juzgado de lo Mercantil.
Pues sí, muy relajado, tranquilo. Ha sido un año y pico de tensión, pero gracias al trabajo de mis colaboradores y asesores, y mi abogado, que hicieron un trabajo extraordinario, se pudo demostrar que esto no tenía ningún sentido. Era una acusación la que se me hacía que no se sostenía.
¿Qué sensaciones tiene ahora tras el calvario del último año y medio?
Yo hice todo lo que pude por sacar la empresa adelante. Lo que sientes es satisfacción por el peso que te quitas de encima. Pero eso no evita que sigas pensando en que no pudo continuar la empresa, primero porque no tuvimos la ayuda necesaria, mínima, y luego porque las personas que vinieron para salvarla salieron hasta ellos mismos perjudicados por su ignorancia, mala fe y soberbia. Y al final los perjudicados fuimos todos, los trabajadores, las empresas que colaboraban con nosotros, yo mismo y ellos también. Yo he quedado liberado judicialmente, pero la situación de que la empresa se haya ido eso no lo olvidas nunca.
¿Usted cuándo se da cuenta de que la empresa empieza a tener problemas serios?
Los problemas surgen cuando empieza la crisis económica, que a nosotros nos pilla en una buena situación y con un plan de ampliación. Pero al fallar los ingresos nos descapitaliza completamente. A nivel de créditos la situación se complica y eso ya no nos permitió levantar el vuelo.
¿El mayor problema fue la caída del consumo o la dura competencia de cadenas como Zara, por ejemplo?
Sobre todo por la caída del consumo. Zara era una gran competencia, pero convivíamos con ella y con otras grandes cadenas. Primark, por ejemplo, yo creo que a nosotros nos hizo más daño. Pero no pasa nada, es competencia, tiene su impacto, pero aprendes a defenderte. El problema es el de una bajada de consumo impresionante, radical, los seis millones de parados en este país, la suspensión de la paga extraordinaria a los funcionarios... Todo eso hace que el consumo caiga como no se había visto nunca. Nosotros nos movíamos en una línea económica media-baja y todos bajaron precios. Y en ese momento si no tienes ayuda, no resistes.
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Los bancos entonces le dieron la espalda, cuando años antes hacían cola en su despacho para ofrecerle productos financieros y dinero sin escatimar. Colas de gente que le pedía cosas o le planteaba negocios. Todo eso se acabó de la noche a la mañana.
Los bancos en estas situaciones dan la espalda a todo el mundo, cierran el grifo. Esa situación la vivimos todos en España. El crédito se anuló. Respecto a las colas de gente en mi despacho, he de decir que siempre me gustó colaborar con todo el mundo, así que más que a mí, yo estaba agradecido a ellos porque me permitían participar en la vida ciudadana.
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Si hoy empezara de nuevo a crear Los Telares, ¿qué cambiaría?
Sería más prudente, no echaría a correr y frenaría a tiempo, y a lo mejor en este caso la hubiésemos podido salvar.
Tuvo opciones de vender la empresa. ¿Por qué no lo hizo?
Sí, varias, pero yo creía en lo que estaba haciendo, tenía un equipo extraordinario, lo mismo que la colaboración de todos los trabajadores. Y nunca pensé en vender porque pensaba que íbamos a seguir creciendo.
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¿Cuándo llega el fondo de inversión Gryphus Partners cree que con él llega la solución?
Sí, yo pienso que puede ser la solución. Había buscado ayuda por otras partes, créditos blandos, ayuda a distintas comunidades autónomas, Asturias, Castilla, Galicia y no había nada. Esta gente llegó con un plan razonable, con un plan exigente a la vez, pero me pareció normal. Y las referencias nos decían que tenían capacidad más que suficiente para poder sacar la empresa adelante. Cogían una empresa con un gran valor y podían vender en cuatro o cinco años lo que habían comprado por un euro y sacar un beneficio importante. Pero pronto vimos que los gestores que vinieron eran la incompetencia absoluta, no razonaban. Yo perdí la empresa y mi patrimonio, pero bueno, la empresa seguía. Hasta que comprobamos que aquello se precipitaba por la mala gestión.
Usted vendió la empresa por un euro.
Por un euro y las deudas. Y el compromiso de que en su primera inversión, firmado en notaria, van a aportar seis millones de euros para garantizar la viabilidad de la empresa.
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¿Y cuál fue la realidad de esos propósitos iniciales??
Empezaron a meter del orden de los tres millones, pero también sacaban dinero y no tenían un criterio de lo que había que hacer. Ellos perdieron un millón, según se desprende de los estudios realizados, pero demostraron una gran inutilidad para hacer las cosas.
Despacho cerrado
¿Qué sensaciones tuvo el día que le prohibieron acceder a su despacho cuando se disponía a recoger sus efectos personales?
Uno se siente mal, pero eso dura diez minutos. Lo peor es cuando vas encontrando a personas que están contigo y que lo están pasando mal y piensas que todo aquello se había podido evitar. Lo otro, lo del despacho, no es más que una anécdota.
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¿Usted está ya jubilado o se plantea seguir con alguna otra historia empresarial?
Sí, estoy jubilado. Mi hija ha montado una empresa pequeña de lo mismo y lo que hago es bajar un día a la semana para ver cómo van las cosas y asesorar si es preciso.
Lo del martes al menos le habrá servido para ganar en tranquilidad
Sí, sí, sí, tranquilidad de espíritu. Tú luchas por lo tuyo, yo luché por mi empresa, por sacarla adelante, sabiendo que con ello también beneficias a todo lo que tienes alrededor. Y por eso te duele enormemente vivir situaciones como estas. Sobre todo por los trabajadores que te han acompañado tantos años y también por los proveedores, que siempre han estado de tu parte, ayudándote en los momentos más difíciles.
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¿Hoy tendría sitio en el mercado una cadena textil como Los Telares?
Sí, sin duda. De hecho cuando la empresa cierra en junio, y apoyado totalmente por Luis Ángel Colunga, en aquel momento director general del Principado, estuvimos buscando a ver si había alguien que pudiera cogerla y seguir adelante en cuanto estos personajes del fondo de inversión se fueran. Lo que pasa es que después del paso de estos por la compañía y ver todo lo que estaba pasando, nadie quiso arrimarse. Colunga bregó todo lo habido y por haber para tratar de solucionar el problema y al final, desgraciadamente, no se pudo conseguir.
Habrá recibido desde el martes muchos mensajes de apoyo.
Sí, de mucha gente, el teléfono no ha dejado de sonar. Evidentemente es un motivo de satisfacción, la gente se alegra de que las cosas hayan ido por el camino que tenían que ir.
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