La plaza de Carlos Lobo se quedó sin plazas para comer al aire libre.

Comida en la Calle de Avilés 2017 | «Es un ambiente único, es la amistad»

El interés de la Comida en la Calle, que se conoce por su espíritu de convivencia y hermandad, traspasa ya las fronteras de Avilés y de Asturias

FERNANDO DEL BUSTO

Martes, 18 de abril 2017, 00:51

Si hubiese que resumir lo que es la Comida en la Calle en una única palabra esta sería «amistad». Todos los comensales con los que se conversa coinciden en destacar lo especial de la fiesta avilesina: su convivencia y el hecho de que amigos se unan para terminar celebrando con las personas de al lado, aunque no se conozcan.

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Sucedió ayer, y es un ejemplo singular, con la asociación Andaina a Canteira, noventa amigos gallegos que se desplazaron hasta Avilés desde su Neda natal, en La Coruña. Salieron en autobús a eso de las nueve de la mañana e iban a regresar a partir de las siete de la tarde. «La conocí el año pasado y lo propuse», explica Manuel Díaz Perille, 'Lolo', el promotor de esta primera excursión que, por lo bien que se lo pasaban, no va a ser la última.

Justo a su lado, (los gallegos en la calle Jovellanos, ellos en La Ferrería), se encontraban cuarenta amigos de La Carriona luciendo su camiseta oficial: 'Oh my god'. Sidra para todos, sonrisas, equipo de música, micro para ambientar e intercambio gastronómico. «Es un ambiente único, es la amistad, poder compartir con todos», comentaba Luis Prada, uno de sus integrantes.

Y otros lucían pañuelos, cada uno personalizados con su nombre. Una idea de María Antonia, 'Llallita' -el orgullo de dos nietos justifica el apodo-, que con su esposo, Valentín Cuena, reunía a dieciséis familiares y amigos en San Francisco.

En medio de esta fiesta, Cabruñana es una isla que aprovechan muchas familias por el desahogo que representa su parque para los más pequeños. Este año, el Merlot reforzó la fiesta con música y una degustación de productos gastronómicos portugueses. Nuno Canelas, de Vinos y Delicias Canelas, ofrecía pates, diferentes vinos y quesos. «Es la manera de hacer algo para la gente», explicaba Santiago Medina, gerente de Merlot. Como ellos, bastantes bares sacaron los altavoces a la calle. El Ayuntamiento, por su parte, contrató animación para las plazas de Sabugo, Carlos Lobo, el parque de El Carbayedo y Hermanos Orbón.

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En otros puntos, eran los propios comensales quienes lucían sus instrumentos musicales. Como Fernando Arias, abonado al Moliendo Café, y que este año participaba con veinte amigos. En ese tramo de la calle Carreño Miranda también se encontraban los MIR del Área Sanitaria III, 29 este año. «Siempre venimos aquí», aseguraban. Y justo detrás de ellos un grupo de cincuenta amigos que no faltan a la fiesta.

Alexinos y David se desplazan desde Madrid, Iván de Barcelona (aunque ninguno de los tres es de Avilés) e Idoia, que sí es avilesina, construye un puente aéreo desde Ginebra para no disfrutar de «la sidra, el ambiente, la amistad». También en esa zona disfrutaba Béznar Arias, con familia y amigos venidos algunos de Oviedo, pero también de Uruguay.

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En la plaza de Hermanos Orbón, Sonia y Toya lideraban un grupo de 38 personas. «Cada año rotamos por la ciudad, siempre buscamos un sitio pensando en los niños, para que jueguen».

Hay muchas otras historias, como la familia Simón, en Carlos Lobo, que no se pierde una cita, o numerosas asociaciones asiduas a la Comida en la Calle.

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