El dorsal 32 continúa sobre el asfalto

Fernando Leira Almagro se fue con una sonrisa. La misma con la que encaró los últimos años de su vida y con la que hizo frente a la ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), una enfermedad que se encargó en dar a conocer. Ayer, en una ceremonía privada, rodeado de su familia y amigos, fue incinerado en el Tanatorio de Avilés. Hoy, en el cementerio de La Carriona, se brindará un pequeño homenaje por parte de aquellos que le ayudaron a promover su particular cruzada para que la enfermedad se conociera más allá de las cuatro paredes en la que muchos pacientes viven recluídos, víctimas de su agresivos efectos.

Como cualquier maratoriano, la parte más dura que vivió Fernando Leira fueron los últimos kilómetros de su vida por el avance del ELA. Sin embargo, él no terminó la carrera solo. Lo hizo rodeado de personas que se encargaron de ayudarle en su labor divulgativa. Su idea, aseguran, es continuar por la misma senda, extendiendo el legado de Fernando para evitar que se deje de hablar de la ELA.

El deseo de Mayte, viuda Leira, es que todos aquellos que tomaron parte en esta carrera contra la ELA se reúnan en el parque gijonés del 'Kilometrín', lugar donde preparaba sus carreras, para darles las gracias y homenajear así al atleta popular desaparecido.

Buena prueba de que la llama no se apaga con el adiós de Fernando Leira es que se continuará promoviendo la carrera que llevaba su nombre y que se celebraba en la primera semana de julio, coincidiendo con las fiestas del barrio avilesino de La Luz.