Jesús Sanz Montes, en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery.

«Ahora hay gente muriendo a causa de fanatismos»

Sanz Montes recuerda en la iglesia de Santo Tomás el sufrimiento de los creyentes

OLAYA GONZÁLEZ

Jueves, 25 de agosto 2016, 04:49

Los cursos de La Granda dejaron ayer su habitual sede en la residencia propiedad de ArcelorMittal para trasladarse a un enclave muy en consonancia con el curso de teología que se está desarrollando estos días. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, impartió una conferencia desde el altar de la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery en la que relató el sufrimiento de los mártires cristianos muertos en la Guerra Civil española, unos crímenes que según Sanz Montes responden tan solo al «odio hacia la religión» por encima de fanatismos políticos. El acto estuvo presidido por Juan Antonio Martínez Camino, director del ciclo.

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El arzobispo de Oviedo inició la ponencia con un recuerdo a las víctimas del terremoto que la madrugada de ayer asoló el centro de Italia. «Dios está en los escombros, también está sufriendo, muriendo y ayudando», relató. Tras unos momentos de reflexión y solidaridad Sanz Montes retomó el tema principal de la sesión, 'Los seminaristas mártires de Oviedo y los mártires de Nembra', dejando clara la distinción entre los suicidas que se inmolan en nombre del Corán y los mártires cristianos que fueron perseguidos por su fe.

«Ahora mismo hay gente muriendo a consecuencia de fanatismos, del odio hacia la raza, la cultura y son independientes de las clases sociales y las afiliaciones políticas», denunció, a la vez que añadió que los yihadistas «entregan su vida habiendo podido quedarse con ella». Para el arzobispo de Oviedo el sufrimiento de los mártires cristianos no se puede equiparar a los que le arrancan la vida a otros de un modo «violento». Por ello, Jesús Sanz Montes recalcó que el término 'mártir' solo se puede aplicar a aquel cristiano que haya muerto de forma violenta a causa de su fe. «Y además da alto testimonio de ella porque perdona a los que no le habían perdonado antes», apostilló, y lamentó a su vez el hecho de que ese pensamiento no lo entenderán «quienes no caminan por la fe».

Un ejemplo claro de este caso son los seis seminaristas muertos en Oviedo en la revolución de Asturias del año 1934 y los tres asesinados durante la Guerra Civil. «Sufrieron una persecución enloquecida en nombre de la libertad que acabó en liberticidio», recordó. Según Sanz Montes, el nombre de los verdugos nunca se pronuncia al igual que no se detallan sus banderas ni sus ideologías políticas, «nada de eso constituye la memoria histórica».

Sin embargo, Sanz Montes aseguró que el recuerdo que los cristianos brindan a sus mártires «no nace del resentimiento ni pretende el olvido de una parte»: «Es un reconocimiento de gratitud y la prueba es que 498 mártires fueron beatificados en 2007». El arzobispo de Oviedo afirmó que los que padecen sufrimiento en nombre de la fe se apoyan en su amor a Jesús por encima de todas las cosas. «No se profesa con los labios sino con toda la vida».

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En este sentido el sacerdote quiso centrar su análisis en los mártires del seminario ovetense, un grupo de jóvenes que según afirmó en le momento de la muerte solo imploraron perdón para sus verdugos. «¿Qué habían hecho a sus veinte o veinticuatro años tan grave para que mereciese ser asesinados?», se preguntó. Sanz Montes también recordó que se trataba de un grupo de seis jóvenes integrados en sus familias y vecindarios con alta calidad humana que fueron considerados culpables de una «quimera contrarrevolucionaria». «Todo parte de un odio que nace de la ignorancia censuradora de la verdad verificable», añadió.

Según palabras del arzobispo de Oviedo, los mártires se mostraron en todo momento conscientes del peligro de su situación, pero aún así «no renunciaron a su fidelidad vocacional». Así, las últimas palabras de uno de ellos, que según Sanz Montes pronunció mirando a la cara a su asesino, fueron: «Aunque mates mi cuerpo mi alma resucitará, ¡Viva Cristo rey!». Después de exponer los hechos, el prelado concluyó que aunque se disfrazaran como crímenes por motivos políticos la única causa de las muertes fue «el odio a la fe cristiana».

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Sanz Montes dedicó la última parte de la ponencia a recordar que en el siglo XXI aún hay mártires sufriendo por sus convicciones religiosas en todo el mundo.

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