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Vista general de la mesa en la que participó el cardenal Antonio María Rouco Varela, a la derecha de Juan Velarde.
«Una persona no mata a otra de forma innata, se necesita la influencia de un proceso propagandístico»

«Una persona no mata a otra de forma innata, se necesita la influencia de un proceso propagandístico»

Los expertos analizan en varias ponencias y en una mesa redonda las grandes guerras del siglo XX, con especial atención al nacionalsocialismo

O. GONZÁLEZ

Miércoles, 24 de agosto 2016, 04:51

Al margen de la ponencia de Payne, las exposiciones de ayer por la mañana del curso sobre teología de La Granda estuvieron protagonizadas por Emilio Sáenz-Francés, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, que habló sobre 'Mesianismos y nacionalsocialismos: Las grandes guerras' y José Luis Orella Martínez, profesor de la Universidad San Pablo CEU, que se centró en la 'Violencia racista: El genocidio armenio y la Shoa'. La jornada estuvo marcada por una alta afluencia del público, que llenó los asientos habilitados, y también por la presencia del cardenal y arzobispo emérito de la Comunidad de Madrid Antonio María Rouco Varela.

En su charla, José Luis Orella intentó explicar el porqué del éxito de los mecanismos de control puestos en marcha en el régimen nazi alemán. «Una persona no mata a otra de forma innata, se necesita la influencia de un proceso propagandístico», aseguró en referencia a la idea que se instauró entre los gobernantes nacionalsocialistas por la empezaron la eliminación del pueblo judío, al que consideraban «el mal absoluto», según Orella.

«No nos equivoquemos, el nazismo nació de la idea extendida por muchos países de que la germánica era la raza superior», recordó el profesor. Por esta razón, Orella recordó que el nazi se trataba de un régimen basado en el determinismo biológico. «Si apartas de Dios como motivo central de lo que ocurre intentas buscar otra cosa y en esa época en Alemania se vinculó con la sangre», apostilló. Para Hitler la nórdica era la raza ideal y defendía la necesidad de poblar con ella el país aunque para ello tuviera que eliminar «lo que no era útil, y por eso intentó inculcar la idea de que un enfermo mental le costaba una determinada cantidad al Estado», concluyó el profesor.

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