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OLAYA GONZÁLEZ
Jueves, 18 de agosto 2016, 04:51
El Estado Islámico está en boca de todos. Desde que a principios del año pasado sus combatientes atentaran contra el semanario satírico 'Charlie Hebdo' en París no ha parado de copar titulares y la población europea sigue las informaciones con miedo. Sobre este asunto y su relación con las oleadas de refugiados que llegan de Siria habló ayer en La Granda el coronel de artillería Emilio Sánchez Rojas, que también compartió impresiones con LA VOZ tras concluir su ponencia.
-¿Qué problemas de seguridad plantea la crisis de refugiados?
-Los refugiados son el resultado de una crisis de seguridad, una guerra, pero también pueden ser originarios de esos problemas. En Líbano su presencia masiva puede ser una amenaza hasta para la propia existencia del Estado. En Europa se han permitido avalanchas. De por sí no son el problema, no son actores, son víctimas de esos déficits de seguridad.
-El Estado Islámico sí que supone una amenaza para la seguridad.
-Sí, y lo que es más, al Daesh estos movimientos de personas le generan beneficios porque ellos son los que los han provocado. Han creado una situación caótica que hace que Europa pierda prestigio, están en el origen y en el desarrollo del problema y disfrutan viendo que sabemos que son la causa. Este tipo de propaganda les viene muy bien para engrosar sus filas y aumentar sus beneficios económicos.
-Lo que sí han conseguido es instaurar el miedo.
-Ese es el objetivo principal del terrorismo. Tiene unos actores y unas víctimas directas, pero su objetivo fundamental es la audiencia. Las víctimas son circunstanciales, la audiencia no. Los terroristas buscan tener un efecto multiplicador sobre ella, aterrorizarla, en este caso a la europea.
-¿Cómo se lucha contra eso?
-Lo primero que hay que hacer es atacar el corazón del Estado Islámico, eliminar el califato, que es el centro de formación, de propaganda, de preparación, y que concentra una serie de elementos radicales o que se están radicalizando. Si el califato pierde el poder también pierde el atractivo para los occidentales que lo ven como algo heroico. Pero hay que ir por fases, una vez conseguido esto hay que luchar contra el segundo nivel.
-¿En qué consiste?
-Impedir que se desarrollen escenarios alternativos, por ejemplo Estados Unidos está apoyando por medio de drones las operaciones contra el Daesh en Libia, otro sitio donde su actuación es importante. Luego está el tercer nivel, el más complicado y difícil de extirpar, que es el europeo. Eso solo se puede atajar mejorando el sistema de información, que no consiste en sacrificar la libertad, sino en apostar por la coordinación. Así seremos capaces de actuar antes de que se produzcan los atentados. Hay que vigilar a los retornados, a los combatientes que vuelven al país. No es que haya que meterlos en la cárcel de inmediato, deben ser juzgados según las leyes de cada país. Son peligrosos porque ya han dado el salto. La radicalización es un estado mental, pero el salto a la violencia es vital.
-¿Por dónde pasa esa coordinación de la que habla?
-Por los centros nacionales de inteligencia, por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, incluyendo las Policías Locales, por los trabajadores sociales, que son los que trabajan con los refugiados de primera mano, y especialmente por los funcionarios de prisiones, que disponen de una gran capacidad de actuación dentro de la estricta legalidad.
-¿Está dando Europa una imagen de indefensión en este sentido?
-Sí. Aunque más de indefensión diría que se ha dado una imagen de descoordinación. En el caso particular de los atentados de Bruselas la hubo, en parte por la organización de la seguridad belga. Lo importante es compartir de forma eficaz la información para sacarle el máximo partido. En España sí existe un órgano de coordinación que ha permitido detener a varias células terroristas. Es una amenaza cambiante, mutará siempre que lo necesite para sobrevivir en un ambiente hostil.
-Ahora juegan con un arma nueva, las redes sociales. En Avilés tenemos un caso reciente.
-El fenómeno de las conversiones es nuevo y donde más se produce es en las prisiones. En el caso que comenta no es especialmente peligroso, pero en los centros penitenciarios estamos hablando de personas que ya han dado el paso a la violencia. Es un salto cualitativo importante porque se convierten y pasan directamente a la acción. También es nueva la radicalización de las clases medias musulmanas y de no musulmanas. Se producen conversiones y radicalizaciones y no solo en las zonas más desfavorecidas.
-No hay duda de la efectividad de la propaganda del Daesh.
-La propagandística es una de las guerras que ha ganado el Daesh, y tiene unos resultados excepcionales. Buscan la radicalización a través de las redes sociales con promesas muy atractivas pero la realidad es muy distinta. Las mujeres que consiguen dar el salto a Siria o Irak se convierten en esclavas sexuales que no van a poder volver porque las matarán antes. Esto solo se puede combatir con información transmitida de una forma atractiva, la propaganda no se compensa con otra propaganda.
-Habla de guerra. ¿Estamos viviendo la III Guerra Mundial?
-Yo no diría que estamos en guerra., sino en un conflicto de larga duración y mutante. Es verdad que las diferencias no son muchas. Se ha venido calificando como guerra contra el terrorismo, pero esto no es cierto. No se hacen guerras contra instrumentos, se hacen contra estados o personas. Hay que saber que este conflicto tiene muchos componentes y que ha venido para quedarse, es importante saber que no es transitorio sino una tendencia. Además del terrorismo también entra en escena la delincuencia transnacional organizada que amenaza la forma de vida y la cultura de las sociedades europeas.
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