OLAYA GONZÁLEZ
Martes, 9 de agosto 2016, 08:15
Pedro Cerezo Galán (Córdoba, 1935) es miembro de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas, pero también ejerció como político en una breve etapa de su vida. En las elecciones generales de 1982 fue elegido diputado por la circunscripción de Granada en las listas del Partido Socialista y se mantuvo en el puesto una legislatura. Su conferencia de ayer en el chalé de La Granda versó sobre 'Quijote y la libertad'.
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¿Qué ha cambiado desde la época de Cervantes?
La libertad es la conquista de uno mismo, la emancipación y la elección de la propia vida. Esto siempre está en cuestión porque la rutina, la prosa diaria y la presión de las circunstancias van es su contra. El hombre es un héroe que tiene que inventarse a sí mismo y elegir su vocación, cada época tiene sus problemas y retos pero esto se repite siempre. También tiene que aceptar que a veces es vencido por el mundo a la vez que va fraguando su carácter moral.
¿Qué restringe las libertades?
Muchas cosas, no hablamos solo de presión exterior. Las personas pierden la libertad porque no son capaces de innovar o rebelarse frente a lo que hay. También por pereza y porque uno se suma a lo que hace triunfar en la vida. Desgraciadamente la gente aprende demasiado tarde que la libertad depende también de uno mismo.
¿Por qué un filósofo se mete en política?
En mi caso me dediqué a la política de forma momentánea en el comienzo de la transición democrática, fue una cosa testimonial. Entré después del golpe de Estado porque me parecía que había que tomar partido, no valía con ser espectador. En aquellos cuatro años aprendí muchas cosas, pude conocer la realidad española y también descubrir que mi vocación era más que política, era trasversal a ella y se acercaba más a lo intelectual. Después de aquella aventura volví a mi cátedra, pero no acabé desengañado.
La de los políticos es una de las profesiones peor valoradas por los españoles.
Ahora sí, pero ese desprestigio no ha hecho perder la creencia en la democracia y en la libertad. Hay muchas cosas en crisis hoy en día pero nadie pone en duda la democracia y eso es muy importante. En España goza de buena salud porque incluso los que quisieran negarla se disfrazan. Este hecho se está demostrando en estos meses de interinidad. El desprestigio de la clase política viene sobre todo por la corrupción, que ha sido corrosiva y destructora. Los jóvenes están contra una determinada política, no contra el régimen democrático.
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¿Tendremos que ir por tercera vez a las urnas?
Ojalá que no. Creo que la solución pasa por un entendimiento entre los que comparten los valores de la Constitución. Hay reformas necesarias en este país que solo pueden hacer PP y PSOE juntos, y me refiero a cambios en el régimen de las autonomías o de una importante reforma educativa. No estoy hablando de una coalición de gobierno sino de una serie de pactos que administraría el PP y que censuraría el PSOE. Los socialistas y la nueva izquierda tienen que ser los guardianes de los acuerdos desde la oposición.
¿Ve a Pedro Sánchez en esa línea?
Tengo la esperanza en que pueda haber un acuerdo de última hora. Todos los actores andan un poco ofuscados y como se decía en la antigüedad, eso es grave porque los dioses ofuscan a los que quieren perder. El pueblo es el que se está dando cuenta de que el pacto para la investidura de un presidente es vital y de que no se puede renunciar a una salida democrática. En la vida política ha faltado ética, creíamos que estaba todo hecho con la reforma democrática pero no es así. Ahora toca reinventarla.
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