José Fernando Galán
Martes, 2 de febrero 2016, 16:10
Julio Pardo, acusado de asesinar la pasada semana a su mujer Ascensión Amores en Avilés, ya se encuentra en la cárcel de Villabona. Según han informado fuentes del centro penitenciario, Pardo ingresó este mediodía. Ayer prestaba declaración en el Hospital Universitario Central de Asturias, donde se encontraba ingresado. Lo hacía ante el juez titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Avilés, Julio Juan Martínez Zahonero quien, posteriormente y de acuerdo con el Ministerio Fiscal, dictaba orden de prisión provisional, comunicada y sin fianza para el acusado.
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en contexto
Considera el magistrado que los hechos podrían ser constitutivos de asesinato, lo que implica que observa indicios de alevosía o ensañamiento, delito para el que el Código Penal contempla una pena máxima de veinticinco años de prisión. La orden de ingreso se ejecutó este mediodía, una vez el paciente reciba el alta médica. Hasta entonces permaneció custodiado permanentemente por agentes de la Policía Nacional en el módulo de seguridad del referido centro hospitalario.
Una vez confirmado que Julio Pardo continuaba ingresado y que no estaba en condiciones de ser trasladado a la sede judicial avilesina, el Juzgado de Instrucción Número 5 constituyó a primera hora de la mañana de ayer una comisión que, encabezada por Martínez Zahonero, se desplazó poco antes del mediodía al HUCA. «No queríamos demorar más su declaración», explicó el juez. Se prolongó durante aproximadamente cuarenta minutos y a su término el juez regresó a Avilés para redactar el auto que a la postre decreta el ingreso en prisión.
El acusado estuvo asistido por su abogado, el penalista ovetense Félix Guisasola, quien confirmó que Julio Pardo accedió a prestar declaración. «Lo único que se dirimía hoy aquí es si se decretaba o no su ingreso en prisión y el juez, en acuerdo con el Ministerio Fiscal, ha decidido que sí al entender que los hechos pueden ser constitutivos de un delito de asesinato», dijo el letrado, que declinó trasladar el contenido de la declaración. «Analizar el atestado en profundidad requiere tiempo. Daremos nuestra versión en los próximos días, quizá no antes de la próxima semana, una vez ingrese en el centro penitenciario y mantengamos allí una nueva reunión», señaló a preguntas de este periódico.
La familia de la víctima se personará en la causa como acusación particular, ejercida por la abogada mierense María Martín. «Me he personado hoy por ayer. Todavía no he recibido el atestado», aseguró, por lo que también declinó realizar declaraciones. «Lo único que puedo decir es que voy a ejercer la acusación particular».
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Julio Pardo ingresó en el Hospital Universitario Central de Asturias la noche del pasado miércoles, día en que fue detenido en el domicilio conyugal, sito en el número once de la calle de Ramón y Cajal, en El Carbayedo. Estaba sentado en el salón de su casa y presentaba síntomas de haber ingerido una dosis abusiva de fármacos y quizá también de alcohol, por lo que fue trasladado en ambulancia, ya en calidad de detenido y con escolta policial, al Hospital San Agustín, donde fue atendido en primera instancia. Posteriormente se decidió derivarlo a Oviedo, el único hospital de Asturias que cuenta con un módulo de seguridad específico.
Los agentes irrumpieron en el piso en torno a las dos de la tarde. La alarma la dieron familiares de la difunta, alertados por el hecho de que la confitería La Duquesita, en la que trabajaba el matrimonio, permaneciese cerrada tras la jornada de descanso semanal, el martes, y también por la imposibilidad de contactar telefónicamente con ella, pese a los reiterados intentos.
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Los primeros en personarse en el inmueble fueron los bomberos, que sirviéndose de una autoescalera procedieron a inspeccionar desde el exterior el interior de la vivienda. Posteriormente, la Policía Nacional tomó la decisión de emplear la fuerza. Con ayuda de los bomberos procedieron a derribar la puerta y una vez en el interior se encontraron el cuerpo sin vida de Ascensión Amores, de 46 años, tendido en la cama y rodeado de una charco de sangre que manaba principalmente de su cabeza, y procedieron a detener a su marido como presunto autor del homicidio, sin que ofreciese resistencia. Aproximadamente dos horas después, en torno a las cuatro, era evacuado en camilla ante la mirada de un buen número de personas que, alertadas por el despliegue policial, se concentró a las puertas del edificio. Más tarde, sobre las cuatro y media, el juez ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al Instituto Anatómico Forense, en Oviedo, donde se le practicó la autopsia. Ese mismo día, el Tribunal Superior de Justicia confirmó que se trataba de un caso de violencia de género, el primero con consecuencias mortales registrado en Asturias en lo que va de año.
El resultado preliminar de la autopsia determinó que el presunto homicida, ahora ya presunto asesino, tras el auto que ordena su ingreso en prisión, la golpeó en reiteradas ocasiones con una llave inglesa que fue hallada en la habitación, supuestamente debajo de la cama, y que posteriormente presionó su cara con una almohada hasta terminar, por asfixia, con su vida. También que la muerte se había producido al menos doce horas antes de la detención, durante la madrugada.
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Conmoción
El crimen causó honda conmoción entre los vecinos de El Carbayedo, los clientes de La Duquesita y la población de Avilés y del resto de Asturias. Al día siguiente, jueves, unas trescientas personas expresaron su duelo, rabia y consternación en una concentración en la plaza de España que había sido convocada el mismo día del asesinato por la alcaldesa, Mariví Monteserín.
Entre los presentes estaban uno de los seis hermanos de la difunta, Joaqun Amores, y su mujer, Yaquelín Iglesias, arropados por la alcaldesa, Mariví Monteserín, el consejero de Presidencia y Participación Ciudadana, Guillermo Martínez, la consejera de Servicios y Derechos Sociales, Pilar Varela, el presidente de la Junta General del Principado, Pedro Sanjurjo, y amigos de la víctima. También concejales de todos los grupos políticos de la Corporación, así como de Castrillón, Corvera e Illas, representantes de distintos colectivos sociales y de la Unión de Comerciantes, a cuya ejecutiva pertenece el presunto asesino, vocal del sector de confitería. «No tengo palabras. Llevaba catorce años con nosotros y siempre contábamos con él para todo. Estos actos no tienen ninguna justificación, no sé qué decir», manifestó su presidente, José Manuel García Roxín.
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Alfonso Abel, párroco de San Agustín, en el polígono de La Magdalena, condenó con firmeza el asesinato durante el funeral, celebrado el viernes. «Hoy no teníamos que estar aquí. Lo estamos por la actuación de un desalmado que ya tenía que estar entre rejas y no sé porqué no lo está aún.
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