Manuel Gutiérrez Aragón, ayer en el Niemeyer. :: marieta

«Los debates culturales han perdido altura»

director de cine

Alberto Piquero

Sábado, 21 de febrero 2015, 00:42

Ha sido uno de los gran directores del cine español, hasta que en 2008 decidió abandonar el género y trasladarse a la literatura. Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, Santander, 1942) fue el invitado ayer en el Centro Niemeyer del 'Ciclo de la palabra'. Previamente, atendió a LA VOZ DE AVILÉS.

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-Acaba de dimitir de la presidencia de la Academia del Cine, Enrique González Macho, quien se ha marchado diciendo que su mayor pesar en el ejercicio ha sido «la incomprensión absoluta de la Administración». ¿Cuál es su opinión?

-El cine siempre está en combate, últimamente por el IVA cultural, que es el más alto de toda Europa. Es difícil creer que un gobierno pueda perseguir a sus creadores artísticos, pero podría dar la impresión de que es así... A pesar de todo, el cine sobrevive. Enrique, en todo caso, lo ha pilotado muy bien durante estos años. Y me consta que no hay nada oculto tras su dimisión, salvo acaso un punto de coquetería.

-En las fechas previas, se han proyectado trabajos suyos, así 'Coloquio en la Residencia de Estudiantes' o 'Semana Santa', que rodó en Sevilla. ¿Nos los resume?

-En estos dos ejemplos, tuve interés en que se proyectaran esos cortometrajes. La Semana Santa en Sevilla, más allá de su religiosidad, es una manifestación visual llena de todos los sabores del paganismo que pudieron darse en Grecia varios siglos antes de Cristo. En el 'Coloquio...' cruzo las cartas que escribieron Dalí y Lorca, que bien colocadas son auténticos diálogos y reflejan el debate sobre la modernidad de aquel tiempo. Creo que ahora los debates culturales no tienen esa altura, que nunca debieron perder.

-La crítica le ha señalado como un excelentísimo retratista alegórico de la sociedad franquista. ¿Cuarenta años después todavía quedan residuos de aquella mentalidad?

-La transición española a la democracia fue modélica, incluso consiguió que no nos matáramos (ironiza). Hubo una renovación generacional y cultural, esa es la verdad. En cuanto al retrato social, las películas siempre tienen detrás el documento de una época.

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-¿Qué consideración le merece esta España en la que pasea sus galas una 'princesa del pueblo' llamada Belén Esteban?

-Han ocurrido muchas cosas que no esperábamos... Imaginábamos que tras la recuperación de las libertades, se iba a producir una aproximación a una sociedad más justa, progresista e igualitaria. Lo que ha sucedido es que la crisis del socialismo no ha terminado todavía.

-¿Es el mismo impulso el que mueve al director de cine que al escritor que ya ha escrito dos novelas, 'La vida antes de marzo' -Premio Herralde- y 'Gloria mía'?

-El mismo impulso. Además, se está produciendo una transversalidad en las artes.

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-Apelando a su condición de santanderino, Gregorio Morán escribe en 'El cura y los mandarines' que gran parte de la cultura española durante el franquismo se cocinó en su tierra...

-Es muy curioso, yo creía que Santander era un rincón sombrío para la creación... No deja de admirarme, aunque se nos mencione para mal...

-¿En qué está ocupado actualmente?

-Publico un ensayo, 'A los actores', sobre mis experiencias en el cine con ellos.

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