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Antonio Sebastián Montero en una foto tomada en 2011, poco después de amputarse la primera falange del índice izquierdo.
Se corta un dedo con un hacha tras ser detenido por conducir ebrio

Se corta un dedo con un hacha tras ser detenido por conducir ebrio

El hombre, que había hecho lo mismo en el Ayuntamiento en 2011, volvió a la comisaría pocos minutos después de su puesta en libertad y se amputó el pulgar izquierdo

Borja Pino

Lunes, 26 de enero 2015, 00:22

A primera hora de la mañana de ayer un hombre de cincuenta años, vecino de Avilés y que responde a las iniciales A. S. M., se amputó el dedo pulgar de la mano izquierda con un hacha frente a la comisaría de la Policía Local, en la calle José Cueto. Este hecho pudo ser una reacción a su previa detención por conducir bajo los efectos del alcohol. Hasta ahí los datos que ayer ofrecía la Policía Local, pero poco después este periódico pudo constatar que la identidad del hombre era Antonio Sebastián Montero, un hostelero de Sabugo que había protagonizado un hecho similar en 2011, aunque en aquella ocasión se había amputado el dedo en el Ayuntamiento.

La cadena de acontecimientos se inició alrededor de las siete y cuarto de la mañana de ayer, cuando una patrulla de la Policía Local recibió el aviso de que un turismo Audi 80 circulaba de forma imprudente por la avenida de San Agustín. Según parece, el vehículo utilizaba los intermitentes y frenaba y aceleraba sin sentido aparente.

Los agentes le dieron el alto y, tras confirmar su estado de embriaguez, lo llevaron a las dependencias policiales, donde se tramitó la correspondiente denuncia por conducir bajo los efectos del alcohol. Una vez concluido el trámite, se le permitió regresar a su domicilio. No obstante, ya en la comisaría habría manifestado a los policías su intención de retornar y de cortarse uno de sus dedos.

Para sorpresa de los agentes de servicio en aquel momento, su amenaza se materializó cuando faltaban pocos minutos para que diesen las nueve de la mañana. El sujeto regresó a las dependencias policiales armado con un hacha, se arrodilló en la acera y, delante de la puerta, descargó un golpe sobre el pulgar de su mano izquierda, amputándoselo parcialmente.

De inmediato los policías se arrojaron sobre él, le desarmaron y dieron aviso a los servicios de emergencia, y pocos minutos después una UVI móvil del Servicio de Atención Médica Urgente (SAMU) de Asturias se personó en el escenario.

Sin embargo, y a pesar de la insistencia del personal sanitario, el herido rechazó en todo momento ser atendido sobre el terreno o trasladado al Hospital San Agustín. Tal fue su grado de resistencia que, finalmente, los técnicos de emergencias se vieron obligados a darle el alta voluntaria. Así, el hombre abandonó la comisaría por su propio pie.

Tan llamativo e inusual suceso se convirtió ayer en el tema de conversación en la ciudad, y también en denominador común de los comentarios publicados en las redes sociales. Con todo, la sorpresa se redujo parcialmente cuando se supo la identidad del autor: Antonio Sebastián Montero, conocido hostelero de Sabugo, que protagonizó un hecho similar en octubre de 2011.

Licencia de un bar

En aquella ocasión, el detonante de la autoamputación fue la supuesta demora del proceso de cambio de titularidad para la apertura de un bar con música amplificada. Pese a que desde el Ayuntamiento insistieron en que dicho trámite estaba a punto de finalizar, la paciencia de Montero se agotó antes de alcanzar dicho punto, y accedió al interior del Consistorio con un hacha envuelta en un periódico, solicitó ver a un concejal para tratar su caso y, cuando su petición fue rechazada, cercenó la primera falange del dedo índice de su mano izquierda.

Del mismo modo que en el acontecimiento ocurrido ayer, entonces la Policía Local también fue la encarga de proporcionar los primeros auxilios al herido, y un agente corrió a uno de los bares de la plaza de España a pedir hielo para conservar el pedazo de dedo cortado. Una precaución que de poco sirvió, pues los médicos primero del San Agustín, y luego del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), no pudieron reimplantar la falange.

Sobre el establecimiento de Montero pesaban varias denuncias debidas a los ruidos, y las autoridades consideraron ilegales las obras realizadas en la parte posterior. Por todo ello, desde el Ayuntamiento se ordenó el cese de actividad y la corrección de los defectos. A los pocos días concluían los trámites y el bar podía abrir con normalidad.

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