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M. PICHEL
AVILÉS.
Lunes, 28 de agosto 2017, 02:54
La Holi Party se ha convertido en un foco de atracción único para los jóvenes en el verano asturiano. Una fiesta diferente, multicolor y multitudinaria, que ayer volvió a batir récords en una plaza del Centro Niemeyer que rozó los límites de su aforo para ... superar las 10.000 personas que disfrutaron de la música mientras se tiznaban unos a otros. Un tsunami de diversión que se prolongó más allá de la medianoche y que tuvo la visita de la lluvia. «¡Ojalá que llueva, que hace mucho calor!», pedían algunos de los jóvenes, y no tan jóvenes, que acudieron en masa. El agua, intermitente, acompañó hasta casi el final, y aunque la fiesta no se resintió, sí que deslució las últimas horas, con inevitables deserciones. A las ocho se llegaron a contabilizar más de 6.400 almas juntas en la plaza.
Las puertas se abrieron a las cuatro de la tarde. Poco después, a las cuatro y media, la afluencia a la plaza ya superaba con amplitud el millar de asistentes. Entraban de forma fluida, nada comparable a las largas colas que generaron tantas quejas en la edición anterior.
El paseo de la ría se convirtió en una marea de gente, ininterrumpida. Los autobuses se detenían una y otra vez en la parada del apeadero de la FEVE, y dejaban a decenas de jóvenes, de Gijón, de Oviedo, de Luanco, así como de toda la comarca avilesina. La afluencia no se frenaba ni un instante. El puente de San Sebastián, la pasarela del puerto deportivo, la 'grapa', parecían la entrada de un hormiguero. Las taquillas funcionaban para los que no fueron previsores y se decidieron a última hora, situadas en la antigua plaza del Pescado y antes de atravesar hacia el Centro Niemeyer bajo la arteria del puerto. Los jóvenes, ataviados con el uniforme oficial 'pro pintura': camiseta blanca, pantalones cortos y zapatillas deportivas para adentrarse en una plaza que a primera hora de la tarde aún se presentaba inmaculada, aunque convertida en un horno, pese a unos amenazantes nubarrones negros que se aproximaban desde el oeste por el horizonte. No dejarían tormenta, sí agua.
En muchas de las camisetas los chavales se escribían sus nombres de usuarios de redes sociales como Twitter o Instagram. La Holi Party se convertía en una ocasión para hacer amigos con los que seguir comunicados. Los jóvenes no paraban de hacer fotos con sus teléfonos móviles, unos cuantos, con sus 'palos de selfie', mientras otros se enviaban mensajes para concretar el lugar en el que se encontrarían. A primera hora, todos lo tenían claro: la sombra que formaba la torre del Centro era el lugar más buscado, además de ser el más cercano al puesto en el que se vendían las bolsas con los polvos de colores que se lanzarían, también contiguo a las barrasa.
Adolescentes como Yadira, Álex, Raquel, Lucía y Thais, que llegaban desde Oviedo para disfrutar, a sus 14 y 15 años («este curso empezamos cuarto de ESO», confirmaban), por primera vez de una Holi Party que trasciende los límites de Avilés. «¡Está muy bien, pero hace mucho calor!», decían, sentadas, tomando aire para una tarde que sería larga. De Oviedo y de Avilés también llegaban Cristina, Alejandra, Jéssica, Marta y Laura, que en septiembre empiezan primero de Bachiller. Algunas de ellas repetían, aunque ponían una pega a la celebración: «Que antes con la pulsera se podía salir y volver a entrar, y este año ya no».
Pero también se veían niños, con sus padres. Pequeños que disfrutaban como los que más, sin miedo a mancharse, a embadurnarse de pinturas de colores, sentados, echados por el suelo de hormigón. Ángela y Victoria, dos jóvenes madres avilesinas, también decidieron esta vez estrenarse en la fiesta, con sus respectivos pequeños, Alejandra, Aldara y Álvaro, de siete, cinco y cuatro años, respectivamente. «El año pasado lo vimos, y este, nos decidimos a participar. Para los niños es una pasada», confirmaban, ellas también totalmente tiznadas de colores.
A las seis, Bitches DJ's pincharon 'Final Countdown' de Europe, y se produjo el primer lanzamiento masivo de polvos, mientras todos saltaban al ritmo de una música que no se detendría mientras la plaza del centro cultural seguía su llenado. Después llegarían cuatro lanzamientos más, mientras se sucedían en el escenario las actuaciones de Rural Zombies, Hugo Le Loup, Maico y el cierre con la última actuación, de The Otter Gang.
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