Joaquín Fuertes

Joaquín Fuertes

Dos ciudades

Se anuncia que le van a dedicar una plaza a José Antonio Rodríguez Canal. Si él puede verla desde el incierto más allá, tiene que sentirse satisfecho; lugar emblemático, y cerca de El Bibio, donde transcurrió su infancia y, con el tiempo, sus aficiones taurinas

Joaquín Fuertes

La soledad del tractorista

Joaquín Fuertes

Cielo de plomo

Yo, que nací en este país cuando terminaba una guerra e iba a empezar la siguiente en toda Europa, de nuevo oigo tambores, no tan lejanos, anunciando que pueden volver a las andadas

Joaquín Fuertes

Como el agua

Si el porvenir es el turismo y el 'echa sidra nesi vasu', se necesita tener más agua por si cualquier año a las nubes les da también por irse de vacaciones

Joaquín Fuertes

Los maestros

En la infancia, los adultos se enfrascaban a menudo en los horrores de la guerra. Besullo era una referencia muy amarga

Joaquín Fuertes

Las otras batallas

Como en la guerra de Gila, en vez de con balas nos pueden matar con virus y bacterias

Joaquín Fuertes

Un mundo feliz

Aldous Huxley opinaba que la energía nuclear era la gran esperanza si se usaba para causas pacíficas y la sensatez frenaba la autodestrucción

Joaquín Fuertes

Los extranjeros

Alguien les oyó gritar que jamás volverían a pisar el pueblo hasta el día del entierro de su madre. Aquella mañana se podían escuchar desde lejos los sollozos de una pobre mujer: «Ay, hijos míos», repetidos una y otra vez

Joaquín Fuertes

Invasiones bárbaras

Los encargados de marcarnos nuestro destino, esto es, que no se nos fundan los plomos, son una dama alemana instalada en Bruselas y un nieto de alemanes que anida en la Casa Blanca