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PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA / IRENE B. CARRIL / ÓSCAR PANDIELLO
Domingo, 4 de agosto 2019, 15:12
Buen ambiente en general durante la mañana en el prau Salcéu, donde a lo largo de la jornada se espera que se reúnan unas 40.000 personas para disfrutar de la fiesta del Xiringüelu, una de las más multitudinarias y animadas del verano ... asturiano. Un gran control de la Guardia Civil en los accesos (con perros, mesa para registrar el contenido de bolsos y mochilas) recibía a los romeros, que fueron poco a poco llenando el prau de la fiesta. Los más madrugadores, los caseteros clásicos, aquellos que cada año instalan su particular chalé de madera en el prau y disfrutan de vermú, comida, sobremesa y lo que les echen. A las dos de la tarde ya habían llegado además 150 autobuses y se esperaban otros 50, además de gente que utiliza el tren o llega por sus propios medios.
Para velar por el bienestar de todos, en el puesto de asistencia están preparados tres médicos, 19 auxiliares, ocho enfermeros y siete socorristas acuáticos, pues, aunque hayan caído algunas gotas puntuales, el calor y la fiesta animan a remojarse en las aguas del cercano río Nalón. Este año, sin embargo, el control es mayor y se evita que la gente pueda meterse al agua para evitar accidentes, algo que no acaba de convencer a los más lanzados, para los que, como comentaba César Muñiz, «bañarse en el río era un clásico del Xirin». Un helicóptero sobrevuela también la zona, y mientras los romeros no se acostumbraron a su presencia, no hacían más que saludar a sus tripulantes. ¿Alguna queja por parte de los presentes? La más repetida, la falta de baños para todos.
El inicio 'oficioso' de la fiesta tuvo lugar a mediodía, con el ya tradicional canto del 'Asturias patria querida' desde la caseta de L'Ahorcáu - que junto a El Tacu es la más veterana del 'Xirin': suman 41 años ininterrumpidos en la fiesta. Javi Balbonu fue el encargado de animar a las masas y dirigir el cotarro. A partir de ahí, la música comenzó a sonar y la gente se arrancó a bailar. Todos los participantes, especialmente en las zonas mas familiares de las casetas, elogiaban esta mañana la mayor seguridad que se observa este año y reivindican el espíritu sano de la fiesta, algo en lo que coinciden los jóvenes consultados. Al igual que ayer en el Sella, donde apenas se registraron incidentes de relevancia, la organización confía en que el esfuerzo desarrollado este año para tener un mayor control de la fiesta -hasta han instalado dos grandes torres de vigilancia- les permita tener una jornada tranquila.
«Para mí el Xiringüelu es la mejor fiesta del calendario asturiano», puntualiza Javier Rubiera, de 23 años, y que en el último lustro ya se ha convertido en un incondicional del Xiringüelu. Su grupo, conformado de manera equitativa por jóvenes residentes en Asturias y emigrados a otras latitudes de España y Europa, ya marca en el calendario todos los años esta fiesta como uno de sus imprescindibles del verano: «Es nuestro punto de encuentro», afirman con una sonrisa.
La sidra y la empanada, el churrasco y la garrafa de calimocho. Todo ello convivió en «tranquilidad y sin incidentes» durante la tarde, según explican los organizadores de la fiesta. Los excesos, eso sí, se dejaron notar pasado el mediodía, siendo necesaria la intervención, en varias ocasiones, de los servicios sanitarios. Desde el cielo, el helicóptero de la Guardia Civil supervisó a vista de pájaro el desarrollo de los festejos. Desde la organización confirman que ninguna de las intervenciones sanitarias revistió de gravedad.
También estuvo atenta la seguridad privada a los numerosos baños que se dieron en el Nalón, ya un clásico de esta fiesta. Más aún si cabe teniendo en cuenta el reciente fallecimiento de un hombre en estas mismas aguas hace apenas cuatro días. «Hay que tener cuidado con la corriente y cuando hay poca luz. Yo no me voy a meter, pero voy a vigilar un poco para que a estos no les pase nada», sostiene entre risas Noelia, una ovetense de 21 años, mientras señala hacia su grupo de amigos, chapoteando en pleno río.
Los controles de acceso, muy activos por la mañana, fueron bajando de intensidad conforme avanzó la jornada. En total, más de 200 agentes y personal sanitario trabajaron para intentar que los incidentes quedasen reducidos a su mínima expresión. En concreto, Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil y seguridad privada trabajaron de manera intensa con numerosas guardias en el entorno de las casetas y del prau exterior.
A media tarde, con el calor aflojando y la sidra corriendo ya desde hace horas, numerosas personas se acercaron al puesto compartido por seguridad y sanitarios para reclamar sus objetos perdidos. «Perdona, necesito mi móvil, que no encuentro a mis amigos», explicó un joven a los agentes. No hubo suerte. Con cara de resignación, el joven se dio la vuelta para dirigirse otra vez hacia el barullo. De fondo, un tren de Feve recorría el puente situado sobre el prau haciendo sonar la bocina. Ovación de toda la fiesta.
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