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La obligación de usar la mascarilla en centros de salud, hospitales y farmacias «llega tarde». Es algo en lo que este martes coincidían profesionales sanitarios y epidemiólogos, que, a pesar de apoyar la medida, coinciden en que «tenía que haberse adoptado la primera semana de ... diciembre», cuando la circulación de virus respiratorios «aún era controlable».
Asturias recupera la mascarilla en centros sanitarios y farmacias un año y nueve meses después de que se suspendiese su obligatoriedad al darse por superada la pandemia de covid-19. Lo hace «por responsabilidad», según la consejera de Salud, Concepción Saavedra, porque «somos una región muy envejecida y con una elevada circulación de virus respiratorios». De ahí que el Principado no haya querido esperar a la reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud convocada para este miércoles.
Independientemente de lo que ocurra en dicha reunión, la ministra de Sanidad, Mónica García, prevé imponer el uso de la mascarilla en centros sanitarios y farmacias de todo el país. Decisión a la que se ha adelantado Asturias, donde se aplica la medida desde este martes y estará vigente hasta el 22 de enero. El Principado se suma así a los gobiernos autonómicos que, a falta de consenso entre comunidades, han decidido actuar ya. En casos como el de la Comunidad Valenciana incluso se ha ido un paso más allá, imponiendo la mascarilla también en los colegios, algo que, en principio, no baraja Asturias.
«Llegamos un poco tarde; ahora los contagios ya son masivos», considera Pedro Arcos, responsable de la Unidad de Investigación en Emergencia y Desastre de la Universidad de Oviedo. El epidemiólogo asturiano asegura que «ya estamos en un momento de máxima incidencia» y, por tanto, «les ha pillado el toro en prevención». Arcos señala, además, que «de hacer las cosas, hay que hacerlas bien, y dejarse de paripés políticos». Se refiere a que, «si se considera realmente efectivo el uso de la mascarilla, es un poco absurdo imponerlo sólo en centros sanitarios, porque donde se producen realmente los contagios es en la vida cotidiana».
En términos similares se pronuncia Antonio Fernández, presidente en Asturias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). «Se veía venir que la mascarilla iba a ser necesaria, porque ahora mismo estamos viendo cuadros clínicos respiratorios sin parar», constata. «Lo que ocurre es que, siendo bienvenida esta medida, difícilmente se puede contener la situación si atiendes a un paciente con gripe y, cuando sale de la consulta, se va al bar o se sube al autobús sin mascarilla», apunta este médico de Familia.
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Desde el sindicato de enfermería SATSE, su secretaria general en Asturias, Belén García, también valoraba ayer «muy positivamente» la medida, aunque «debería haberse tomado antes». Considera que está más que justificada «dada la elevada incidencia de los virus respiratorios -especialmente gripe A- y sus consecuencias para el sistema sanitario, la sobrecarga de los trabajadores del sector y la salud de la población». García lamentó, no obstante, que «haya que recurrir a la obligatoriedad por falta de conciencia ciudadana; es decepcionante».
El presidente del Colegio de Farmacéuticos de Asturias, por su parte, asume como «algo lógico», que esa obligatoriedad se extienda también a las farmacias, «porque quien va al centro de salud o al hospital con gripe acaba pasando por aquí». Alfredo Menéndez Antolín entiende que la medida «es adecuada» dada la situación epidemiológica, pero coincide en que «algo tardía, lo que ocurre muy a menudo».
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