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ELENA RODRÍGUEZ / OLGA ESTEBAN
GIJÓN.
Martes, 29 de septiembre 2020, 01:17
«Es un gran día». Lo decía el director del IES Jovellanos de Gijón, Juan Carlos Ayllón. Después de seis meses y dos semanas de aplazamiento del curso por la pandemia, «los alumnos están donde tienen que estar: en las aulas». Había mucha ... ilusión por recibir a los 54.100 estudiantes de ESO, Bachillerato y FP en su regreso a clase, aunque sea bajo estrictas medidas de seguridad: entradas y salidas escalonadas, circuitos hasta el aula, turnos de recreo... Y mascarilla y distancia de seguridad.
Pero en Secundaria el curso viene marcado por más novedades: la bajada de ratios en primero y segundo de la ESO (20 por aula) y la semipresencialidad a partir de tercero en los centros que no pueden garantizar la distancia de seguridad, aunque el esfuerzo de los directores ha logrado que en la mitad de los institutos no haya que recurrir a clases 'online'. Así, el 93% de los estudiantes volvieron a las aulas, cada uno en su régimen, según las cifras de la Consejería de Educación. En dicho porcentaje se incluyen los del segundo grupo, los que están en casa, pendientes de sus profesores y se incorporarán hoy físicamente a clase.
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Entre los que faltaron, los alumnos de los tres centros de Laviana donde se han retrasado las clases para repetir las pruebas PCR a todos los jóvenes entre 13 y 18 años y que empezarán el curso mañana, si todo va bien, así como alumnado y profesorado que han dado positivo en los análisis víricos en los últimos días, otros con faltas justificadas por aislamientos preventivos y estudiantes con síntomas que no han accedido a los recintos escolares. «Las personas responsables de la coordinación covid, que han recibido formación específica, han manejado los casos sospechosos», explicó la consejería.
«Todos se portaron muy bien. Pero también estuvieron muy callados. Es extraño y triste verlos así, separados y callados». Lo cuenta César Suárez, director del IES Montevil de Gijón. Porque, por más que la llamen 'nueva normalidad', no tenía nada de normal la vuelta a las aulas ayer.
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Según la propia consejería, la jornada transcurrió «sin apenas incidentes reseñables», pero muchos centros no estarán de acuerdo. Porque los problemas con el transporte, tal y como habían advirtido, se confirmaron. Fueron varios los institutos que se vieron obligados a 'cuidar' de los alumnos durante 45 minutos o una hora, tras finalizar las clases, hasta que llegara el autobús, debido a que el Consorcio de Transportes (CTA) mantiene los mismos horarios que el curso anterior, pese a que el horario en Secundaria se recorta. Algunos, como varios directores de la zona de Avilés, se lo tomaron con calma. Tanto Elena Roces, del IES de Corvera; como Ángel Balea, del Isla de la Deva, en Piedras Blancas, y Teresa González, del de Salinas, restaron importancia al asunto: «Los cuidaremos una hora», dijeron, conscientes de que este desajuste se arregla el 1 de octubre, pasado mañana. A esos «desajustes» hizo mención la consejería, que asegura estar trabajando junto con CTA para «dar respuesta a estos inconvenientes a la mayor brevedad posible».
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Los problemas habían obligado a centros como el de Llanes a cambiar durante el fin de semana todo el horario lectivo para los 700 alumnos del centro y el centenar de docentes. Finalmente, los autobuses esperaban a las 13.15. Pero no ocurrió lo mismo en el IES de Llanera, donde el problema ha llevado a que el equipo directivo dimita y están a la espera de una solución en octubre.
En el colegio de Educación Básica de Cabañaquinta, en Aller, el problema también persiste. Los 43 alumnos de Secundaria con transporte -que acaban sus clases a las 13.30 horas, ya que las horas lectivas pasan de 55 a 45 minutos- se ven obligados a esperar una hora para subir en el autobús, junto con los de Primaria, una vez que estos han comido. «No nos han dado ninguna explicación para que pueda informar a las familias de por qué se mantiene el horario de transporte del curso pasado. Me parece un despropósito», dice el director, Jesús Irurtia, que se pregunta qué hacer con los alumnos en ese tiempo: «Clases de repaso no podemos, porque sería un agravio frente a los demás».
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No son los únicos problemas en las cuencas. En Laviana, el IES David Vázquez Martínez, de Pola, se quedó sin alumnos. La consejería decidió el domingo aplazar hasta mañana el curso en los tres centros de Secundaria, pero con una excepción: podrían ir los de primer curso de la ESO (de doce años, no entran en el grupo de 13 a 18 años que se están haciendo las PCR) o los de fuera del concejo. Sin embargo, el centro consideró que no asistiese ninguno «por sentido común». Educación insistió en que «las instalaciones deben permanecer abiertas y tienen que atender al alumnado que acuda». En el IES de Barredos fueron 37 de 300 matriculados, y en el María Inmaculada (concertado), 26 de doce años de casi 300. Mientras, 600 jóvenes pasaban ayer por el autocovid del recinto ferial.
En una jornada en la que el instituto de La Corredoria, en Oviedo, estrenó turno de tarde (el centro está diseñado para 650 y tienen 986 matriculados) y en Cangas de Onís se descartó usar los barracones ante el riesgo de no contar con una adecuada ventilación y habilitar aulas en el interior del centro, se ha solucionado el problema de transporte en Nuevo Santullano, en Mieres, en el que los alumnos afectados tendrán transporte y comedor gratuito. Y sigue el goteo de positivos. En el CRA de Campomanes (Lena) se detectó un positivo de una escolar. Se aisló a sus compañeros y se les ha realizado la PCR, a la espera de otra. En el CRA Pintor Álvaro Delgado, de Valdés, un profesor dio positivo. Se buscarán los contactos del maestro desde el viernes 25. Se consideran contactos estrechos los niños de Infantil de Otur y de Barcia.
Otra protagonista de este curso será la semipresencialidad, muy criticada por los sindicatos todavía ayer. En el IES de La Ería, en Oviedo, 200 alumnos de tercero y cuarto de la ESO y primero de Bachillerato acudirán en días alternos. Otros 800 podrán mantener enseñanza presencial. Los alumnos se adaptan. «Teníamos muchas ganas de volver», decía Mario Rodríguez. Otra compañera, Carla Franco, admitía estar «muy nerviosa», mientras su madre, Susana Blázquez, defendía la responsabilidad de los jóvenes.
Información elaborada con la colaboración de Cristina del Río, Gloria Pomarada, Álex Fuente y Alberto Arce.
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